viernes, 22 de abril de 2022

El Último Duelo: tres verdades que enganchan

El Último Duelo era para mí una de esas películas que te atraen y te alejan a partes iguales. Me encanta el cine de época, la literatura histórica y la fantasía épica y medieval. Así que la cinta de Ridley Scott, que transcurre en la Francia del siglo XIV, me llamó la atención desde el principio. Parecía que había justas, duelos, batallas e intrigas palaciegas. Todo eso me fascina, y al parecer El Último Duelo iba sobrada de estos ingredientes. Qué bien, me dije acariciándome el bigote. Tiene buena pinta, pensé.

Pero como decía, tenía dos prejuicios que me alejaban de la película: el primero, que era muy larga, dos horas y media, demasiados minutos para verla de tirón un día de labor; y mi segunda reticencia era que trataba el tema de una violación a una mujer en la Edad Media. Me explico: en realidad el problema no era el tema sí, sino cómo iba a abordarlo Hollywood, que ya sabemos que son capaces de plantarnos feministas convencidas y obreros con conciencia de clase en el siglo XIV si se les cruza el cable. Y aunque se trata de una obra de ficción y sus creadores pueden hacer lo que les dé la real gana, a mí ese tipo de cosas me suelen sacar de la historia, qué le vamos a hacer. Y claro, cuando vi el tráiler me temía lo peor.

Pero no, tengo que reconocer que estaba equivocado. El Último Duelo es una gran película, con una duración larga pero justificada, y con una buena recreación de lo que podía ser la mentalidad de la época. No encontraréis feministas ni lenguaje igualitario en el siglo XIV en esta película, sino unos esquemas mentales que aterrorizan hoy día sobre todo porque eran reales. Y es que basta con reproducir la manera de funcionar de aquella sociedad para entender las injusticias que se cometían. Os cuento.

Sinopsis de El Último Duelo

El Último Duelo nos ubica en la Francia de 1386. Narra el enfrentamiento entre el caballero Jean de Carrouges (Matt Damon) y el escudero Jacques LeGris (Adam Driver), pues acusa el primero al segundo de violar a su esposa, Marguerite de Carrouges (Jodie Comer). El Rey Carlos VI decide solucionar el conflicto con un duelo a muerte. Si gana de Carrouges, Marguerite será vengada, pero si vence LeGris, ella será quemada en la hoguera como castigo por falsas acusaciones.

La película la dirige un tal Ridley Scott, director de cintas como Gladiator, Alien y Blade Runner. Y el guion, de Ben Affleck, Matt Damon y Nicole Holofcener, está basado en el libro de Eric Jager, un ensayo que relata el conflicto que tuvo lugar entre los tres personajes principales.

El Último Duelo: tres puntos de vista

Lo primero que llama la atención de El Último Duelo es la manera de contarnos la historia. La película no tiene una narración lineal, sino que está dividida en cuatro partes. La cinta de Ridley Scott nos muestra primero la versión de Jean de Carrouges, después la de Jacques LeGris y en tercer lugar la de Marguerite. Por último asistiremos al épico y sangriento duelo entre el caballero y el escudero. 

Es verdad que lo que sucede durante la proyección se repite a menudo. Al fin y al cabo, El Último Duelo nos está contando lo mismo tres veces. Sin embargo, resulta muy interesante captar los matices de la versión de cada personaje. ¿Cuál es la reacción que tiene cada uno cuando se besan? ¿Esa mirada es de tonteo o es simplemente una formalidad? Pues dependerá de quién nos lo esté contando. Además no todos los personajes han vivido lo mismo, de modo que según vayamos conociendo las verdades de cada uno de ellos tendremos también más información, como conversaciones y comportamientos que antes no habíamos visto. Con esta subjetividad Ridley Scott nos erige en jueces de los acontecimientos y nos hace dudar. En algún momento temprano incluso nos preguntaremos si de verdad hubo violación o no.

Todo esto es posible gracias a unas actuaciones soberbias. El nivel general de los intérpretes es alto, pero mención especial merecen los tres protagonistas: Matt Damon, Adam Driver y Jodie Comer. Si la película nos incomoda, si nos emociona, si nos transmite, es en gran parte gracias al gran trabajo que hacen estos tres intérpretes.

Matt Damon, Adam Driver y Jodie Comer

Matt Damon encarna a Jean de Carrouges, un caballero tosco y zafio muy preocupado por medrar, por sus tierras, por sus bienes y por su descendencia, pero quizá no tanto por querer a su mujer. Es genial cómo Damon representa el comportamiento de una persona acomplejada, materialista, luchadora e irascible, y pone de relieve la manera de funcionar de la economía del siglo XIV, basada en las propiedades, en las tierras y en las herencias. Llama la atención la actuación de Damon porque estamos acostumbrados a ver al actor americano en otro tipo de papeles, pero aquí lo borda. Jean de Carrouges no es precisamente la alegría de la huerta, y si tuviera que elegir entre irme de cañas con él o con LeGris, sin duda elegiría a este último.

Y es que el personaje de Adam Driver es justo lo contrario. Un tipo culto, instruido en las letras y en los números, pero también un vividor con don de gentes. De Carrouges y LeGris tienen comportamientos opuestos: el primero es tosco, agresivo y vulgar pero luchador y defensor de lo suyo; el segundo tiene una mentalidad más abierta y libertina. Lo cual puede estar bien a veces (por ejemplo para irse de cañas) hasta que uno se pasa de la raya. Y LeGris, animado por su amistad con el primo del Rey de Francia, terminará creyéndose capaz de todo y cometerá una violación que causará el principal conflicto de la película.

Quien la padece es Marguerite de Carrouges, interpretada de manera fabulosa por Jodie Comer. La actriz británica hace un gran trabajo transmitiendo esa soledad, esa culpa, esa rabia, esa injusticia que le ha tocado vivir. Pero también se trata de una mujer inteligente que va a jugar sus cartas, aunque sean pocas y malas, hasta el final. Una luchadora, una mujer valiente que conoce las terribles consecuencias que puede acarrear su decisión y que no se enfrenta tan solo al trauma de una violación, sino también a toda una mentalidad, a toda una manera de ver las cosas contra la que la verdad en ocasiones poco puede hacer.

Estos son los tres protagonistas de la película y, como digo, hacen un gran trabajo. Pero no son los únicos que están acertados. Ben Affleck interpreta al Conde Pierre d'Alençon, un tipo caprichoso, privilegiado, mujeriego y primo del Rey que da y quita a su antojo según le caiga en gracia la persona que tiene delante. Harriet Walter es la madre de Jean de Carrouges, quien es especialmente dura con la esposa de su hijo. Alex Lawther es el Rey de Francia, un joven que no dice demasiado pero lo dice todo con sus sonrisas y con sus carcajadas cada vez que aparece la sangre. Desde luego, el monarca no parece ser la persona más empática del mundo. Todos ellos lo hacen bien, con sus matices, con sus sonrisas y sus comportamientos, y nos acercan a esa sociedad estamental formada por nobles y pueblo llano.

No puedo terminar esta reseña sin mencionar dos de los mejores aspectos de la película. Por un lado, vestuarios y escenarios. Da gusto ver las armaduras, los vestidos, los interiores de palacios y viviendas. Y por otro, las escenas de acción. Ridley Scott no abusa de ellas, pues se centra sobre todo en el conflicto del abuso sexual, pero cuando hay acción se disfruta de lo lindo. De vez en cuando tenemos alguna escaramuza, alguna batalla en la que Jean de Carrouges y compañía se dan de tortas. Y aquí no hay medias tintas. Chorros de sangre y espadas que atraviesan. Real como la vida misma. Y por supuesto tenemos el final, con un duelo que nos hace contener la respiración.

Cinco bigotes para El Último Duelo.


martes, 19 de abril de 2022

Ocho libros que quiero leer este año

Parece que 2022 acaba de empezar y dentro de nada entramos en mayo. En apenas ocho meses estaremos otra vez atragantándonos con las uvas y celebrando que nos queda un año menos para morir. O que aún seguimos vivos, pensarán los que no son tan cenizos como yo. El caso es que nos plantearemos nuevos y firmes propósitos que el año que viene no cumpliremos, pero hasta entonces tendremos tiempo para, entre otras cosas, leer unos cuantos libros.

Últimamente me he dedicado a leer a Stephen King y Joe Abercrombie, dos autores que no necesitan presentación. De Stephen King leí Joyland (mi reseña) y La Tienda (mi reseña). En cuanto a Joe Abercrombie, os hablaba hace poco de Un poco de odio (mi reseña) y El problema de la paz (mi reseña), primera y segunda parte de la trilogía La Era de la Locura. Ahora mismo estoy con el tercero y me está encantando, ya sabéis que es uno de mis autores favoritos. Pero ¿con qué me pongo cuando termine esta trilogía?

He creado un listado de libros que quiero leer este año. Casi todos son de fantasía y se me ha colado algo de novela histórica y otro poco de terror. Son ocho libros, uno para cada mes, y la verdad es que tienen todos una pinta buenísima. Vamos con ellos.

La sabiduría de las multitudes (Joe Abercrombie)

Mi lectura actual. Como os decía, es la tercera parte de la trilogía La era de la locura, de Joe Abercrombie, y me esta´gustando mucho ¿Pero cómo? ¿Que no habéis leído todavía al autor inglés? Pues ya estáis tardando. Fantasía oscura y sangrienta, pesimismo y humor sarcástico. Personajes memorables y frases lapidarias. Lecciones de vida. Grimdark, en definitiva. Como diría Logen, "hay que ser realistas". Pero si queréis saber más, por aquí os dejo el artículo que escribí explicando por qué hay que leer a Joe Abercrombie.

El caballero de los siete reinos (George R. R. Martin)

El señor barbudo de Juego de Tronos ha escrito más cosas además de su famosa saga Canción de Hielo y Fuego. Cosas como relatos de terror y ciencia ficción o novelas ambientadas en el mundo de Poniente pero en otra época. El caballero de los siete reinos es una de esas obras. Son tres cuentos que narran las aventuras del caballero errante Dunk y su escudero Egg y que suceden cien años antes que Juego de Tronos. Casi cuatrocientas páginas de fantasía medieval con duelos, sangre y aventuras. No puedo esperar a leerlo.

Filos mortales (Joe Abercrombie)

Una antología de relatos que transcurren en el Círculo del Mundo, el universo sangriento y despiadado creado por Joe Abercrombie. El escritor inglés nos cuenta más sobre personajes como Glokta, Logen Nuevededos, Curnden Craw, Shevedieh la ladrona y Javre. Muy interesante si queréis conocer el pasado de Sand dan Glokta cuando era un joven y diestro espadachín y aún no se había convertido en un tullido y desdentado torturador; o si queréis conocer a Logen Nuevededos cuando aún era amigo de Bethod, el padre de Calder y Scale que quiso unir todo el Norte. Un libro para los fans de Abercrombie.

La mejor venganza (Joe Abercrombie)

Y más de Abercrombie. Me he propuesto ponerme al día con el autor inglés y a La mejor venganza aún no le he hincado el diente. Tiene buena pinta, y eso que he escuchado opiniones de todo tipo sobre este libro: unos dicen que no es el mejor de Abercrombie, pero también hay quienes se declaran fans acérrimos de esta obra. La Mejor Venganza nos cuenta la historia de Monza Murcatto, la Serpiente de Tailins, a quien un día traicionan y decide vengarse. Y ya está. 

Vale, ya sé que no es el argumento más original del mundo, pues la venganza es un tema tan viejo como la historia del ser humano, pero eso es lo de menos. Lo bueno es la manera de narrar de Abercrombie, los personajes y los chorros de sangre que nos aguardan en esta novela. Estoy seguro de que se trata de una lectura peliaguda, lo que la convierte en una novela interesantísima. Por lo que he leído en la trilogía de La era de la locura, la Serpiente de Tailins es una mujer de armas tomar. Veremos.

Tierras rojas (Joe Abercrombie)

Y con esto ya estaría al día con el escritor de Lancaster. Seguiremos los pasos de Shy Shur, quien tendrá que rescatar a sus hermanos con solo dos bueyes y su padre adoptivo Lamb. Se tendrá que aliar con Nicomo Cosca, un personaje clásico de la obra de Abercrombie, y su abogado Temple. Leo por ahí que es una novela coral, con muchos personajes, y que no hace falta haber leído otros libros del autor para disfrutarla. Un western pero con espadas. Tiene muy buena pinta.

Roma soy yo (Santiago Posteguillo)

Santiago Posteguillo fue mi autor favorito durante años gracias a su trilogía sobre Escipión. Su manera de narrar sencilla y visual y su capacidad para recrear batallas me engancharon como ningún libro había conseguido hasta entonces. Devoré prácticamente todo lo que publicó el autor de Valencia y me interesó la historia de la antigua Roma, un mundo apasionante. Posteguillo ya ha publicado novelas sobre Escipión, Trajano y Julia Domna, y ahora es el turno del romano más famoso de la historia: Julio César.

Roma soy yo es el primero de una saga sobre Julio César. Posteguillo no pretende publicar uno o dos libros sobre este gran personaje, sino entre seis y ocho tomos. Al fin y al cabo, Julio César da mucho juego: Posteguillo tendrá que hablar de los inicios de César, de la guerra de las Galias, de la guerra civil, de lo sucedido con Cleopatra, de su muerte apuñalado en el senado. En fin, de muchas cosas. Dice el novelista de Valencia que es su gran proyecto y que ahora por fin está preparado para acometerlo. Estamos de enhorabuena, pues tenemos Julio César para rato. A disfrutarlo.

El arcano y el jilguero (Ferrán Varela)

Tengo una deuda pendiente que espero saldar este año con Ferrán Varela. Confieso que aún no he leído nada de este escritor de Barcelona, y eso que he me han llegado opiniones muy buenas sobre sus libros: que es fantasía de la buena, que es grimdark, que tiene una imaginación desbordante, que sus personajes son geniales... En fin, que tengo que leerlo ya.

El arcano y el jilguero es una novela de fantasía oscura que nos cuenta las andanzas de Mezen el Ariete, un demonio inmortal que disfruta desollando a sus víctimas. Y no sé a vosotros, pero a mí solo con esto me ha ganado. Mezen el Ariete es un torturador al servicio del imperio que se justifica a sí mismo diciéndose que todas las barbaridades que ha cometido han sido por un bien mayor. Pero un día conoce a Nara, una huérfana que no lo trata como al monstruo que él cree ser.

Cementerio de animales (Stephen King)

Ya, ya sé que este tendría que haberlo leído, pero uno no puede estar a todo y espero ponerle remedio antes de que termine el año. Dicen los fans, los lectores constantes de King, que Cementerio de animales es uno de los mejores libros del escritor de Maine, y que su final es lo más aterrador que han leído. Vamos, que hay que leerlo. No he visto la película y no pienso hacerlo hasta que lea novela para ver si realmente me sorprende tanto como debería.

"Louis lo había comprobado: el gato estaba muerto, y por eso lo había enterrado. Aun así, incomprensiblemente, el gato había vuelto a casa". Esto es lo primero que uno lee en la sinopsis del libro: un gato que muere y que resucita, y que vuelve a casa con cara de pocos amigos. Y un cementerio de animales que esconde un poder maligno. Ahora que lo pienso, no sé cómo demonios he conseguido no leer este libro aún. Quiero leerlo ya.


Y hasta aquí mis intenciones lectoras para lo que queda de 2022. ¿Os interesan alguno en concreto? ¿Me recomendáis algún otro libro? Os leo.


Entradas relacionadas:

- Reseña de Joyland (Stephen King).

- Reseña de La Tienda (Stephen King).

- Reseña de Un poco de odio (Joe Abercrombie).

- Reseña de El Problema de la Paz (Joe Abercrombie).

jueves, 14 de abril de 2022

Los mejores personajes de Oliver y Benji

Eran tiempos de bollycao y de fútbol en la plaza. Las preocupaciones se reducían a conseguir el cromo que nos faltaba o a ganarle el partidito a ese amigo que se había puesto chulo. Pero cuando llegaba la hora no había merienda que valiese ni partido de fútbol en la plaza que mereciese la pena. Porque cuando empezaba Oliver y Benji todos marchábamos raudos a casa. Nuestra prioridad eran los dibujos japoneses de moda, aquellos en los que veíamos a niños de once años llenar estadios y agujerear redes como si tal cosa. Aquello era lo más alucinante que habíamos visto en nuestra corta existencia y Oliver era un fuera de serie. Como Benji, como Tom. Unos genios todos ellos. 

Sin embargo, Captain Tsubasa tuvo también su parte oscura, sus perdedores y sus momentos macabros, y de ellos vengo a hablaros hoy. Y es que la derrota tiene su romanticismo, su épica, a menudo con la victoria tan cerca pero a la vez tan lejos. Como Aníbal cuando tuvo a Roma de rodillas, o como el Atlético de Madrid en aquella final de la Champions que terminó igualando Ramos de cabeza en el tiempo añadido. Porque sí amigos, la derrota a veces es dura y cruel como la vida misma y se empeña en producirse de la manera más dolorosa posible. Quizá por eso siempre me han caído mejor los perdedores, qué le vamos a hacer. De modo que aquí va mi ranking de mejores personajes (o debería decir perdedores) de Oliver y Benji.

 

Julian Ross: la figura que jamás ganó un Campeonato Nacional

Julian Ross era el futbolista más prometedor de la serie. Cuando Oliver era un don nadie este tío ya salía en revistas y se contaban maravillas sobre él: era técnico, buen pasador, gran rematador y el mejor líder sobre el terreno de juego. También tuvo algún que otro comportamiento machista, como un tortazo a lo Will Smith en una escena que sería impensable en los dibujos animados de hoy. Sin embargo, nadie protestó por esto y se ensalzaron las virtudes de Julian Ross, que las tenía y muchas. Pocos dudaban de que se trataba del mejor futbolista que iba a tener Japón. ¿Oliver? ¿Mark? ¡Ja! Nada en comparación con este genio.

Pero la vida es cruel y despiadada, y Julian Ross, a pesar de ser el mejor, jamás pudo ganar un torneo nacional. Y no porque no tuviese nivel, que como digo le sobraba, sino porque estaba enfermo del corazón. El pobre chaval.

Eso sí, nadie se atrevió a quitarle la ilusión. Os acordaréis de que cuando jugó las semifinales contra el New Team de Oliver estuvo a punto de darle un jamacuco. Julian estaba arrodillado con la mano en el corazón, la mirada perdida y la lluvia cayendo. La joven estrella estaba hecha un cristo y su vida parecía pender de un hilo. ¿Saldrá de esta? Nos decíamos nosotros con el corazón en un puño. Pero ni el entrenador lo sustituyó, ni sus padres pidieron el cambio ni el árbitro paró el partido. ¿Para qué? "No vamos a quitarle la ilusión al chaval", dijeron los progenitores de Julian Ross. O algo parecido. Y siguió jugando.

Afortunadamente no hubo que lamentar la muerte de nadie, pero como Julian Ross no pudo correr más y sus rivales sí, la selección natural siguió su curso y el New Team terminó eliminando al Mambo Fútbol Club (vaya nombrecito). Así que el jugador más prometedor de Japón no pudo triunfar. 

¿Aprendió la lección Julian Ross? Pues no, continuó jugando al fútbol a medio gas a pesar de su enfermedad. Se dedicó a ejercer de segundo entrenador (supongo que para explicar a todo el mundo en qué consistía el fuera de juego) y a jugar solo cuando las cosas se ponían demasiado feas. Nunca pudo rendir al cien por cien, pero nadie duda de que era el mejor. Una pena.

Patrick Everett: el delantero que fallaba más que una escopeta de feria

Un New Team plagado de estrellas había ganado el Campeonato Nacional. Un par de años después el equipo de Oliver se proponía volver a revalidar el título, pero aquel equipazo que se había impuesto en la final al Muppet de Mark Lenders ya no era el mismo. Ya no estaba Benji ni tampoco Tom Baker. Y aunque a algunos nos costó darnos cuenta, en el nuevo New Team tampoco estaba Jack Morris. ¿Y quién es ese? Preguntará alguno. La pregunta es lógica porque Jack Morris era un tipo prescindible. Vamos, que no era precisamente una estrella, pero quizá él no lo vio así.

Jack Morris era uno de los defensas del New Team campeón. Tenía una voz desagradable y una equis extraña entre las cejas y la nariz. No se dio cuenta de que si había ganado el campeonato había sido gracias a Oliver, Tom y Benji, así que se vino arriba y abandonó el New Team en busca de algo mejor. Se hizo jugador del Otomo y allí confió en las habilidades de otra estrella: Patrick Everett.

Everett era la gran esperanza de Jack Morris. Era joven, rápido como una bala y tenía un disparo impresionante. El tiro del halcón, lo llamaba. Lo conocimos en un entrenamiento del New Team, cuando a varios jugadores del Otomo, entre ellos Jack Morris y Patrick Everett, les dio por pasarse a tocar las narices. De repente se pusieron a correr, le quitaron el balón a Oliver, y Everett demostró de lo que era capaz poniendo en práctica su letal disparo. Como era habitual, Alan Crockett hizo la estatua.

Ante tal exhibición, Oliver se preocupó y empezó a entrenar más y más. Patrick Everett parecía bueno y le iba a exigir dar el máximo si quería clasificarse para el Campeonato Nacional. ¿Qué pasó al final? Pues que, como sabréis, Patrick Everett resultó ser un bluf. Pero un bluf de los gordos, además.

Sí, Patrick Everett era rápido, más rápido que Oliver. Pero lo era solo cuando corría sin balón. Lo de conducir y correr ya no lo llevaba tan bien, pues al parecer le faltaba técnica. Así que si le echabas un mendrugo esperando que lo rematara la cosa no terminaba bien. O se la ponías templadita y al pie con la calidad de David Beckham o el tío no remataba. Y si lo hacía, la echaba fuera.

Y es que ese era el otro gran defecto de Patrick Everett: que no tenía puntería. El tiro del halcón era potente, un trallazo, y si iba a puerta era difícil de detener sobre todo si el portero era Alan Crockett. Pero al delantero del Otomo le costaba chutar entre los tres palos, así que cuando por fin se enfrentaron al New Team, Everett hizo el ridículo. Merecido se lo tuvo, eso sí, por pasarse de listo en aquel entrenamiento del equipo de Oliver.

Patrick Everett prometía maneras y resultó ser un fiasco.

Teo Sellers: el portero que ocupaba toda la portería

No nos vamos a andar con eufemismos: Teo Sellers estaba gordo. Pero lejos de avergonzarse por ello como podría suceder a cualquier preadolescente de su edad, Teo hizo que su principal característica fuera también su mayor fortaleza. Estaba gordo, era gigantesco y ocupaba toda la portería. Por lo tanto, nuestro protagonista resolvió que se convertiría en un gran portero. Y lo logró.

Es verdad que no era Benji ni tampoco Ed Warner. No se impulsaba desde el poste como hacía este último, pues Teo Sellers no era tan espectacular. Digamos que se trataba de un portero sobrio. Sin embargo, a pesar de su sobrepeso, era más ágil de lo que pudiera parecer. Alguna estirada ya se marcó, y eso que solía jugar con los ojos cerrados, característica que compartía con Bob Denver, el central gigante del New Team. Cuando paraba, Teo Sellers se relamía como si estuviera a punto de comerse un buen chuletón.

El caso es que al gigantón le iba todo de maravilla hasta que le tocó enfrentarse al New Team de Oliver Atom. Teo Sellers no había encajado ningún gol, y se proponía continuar con la racha hasta vencer en el campeonato nacional. Pero el New Team le dio un buen baño de realidad, pues hacía falta algo más que ser un grandullón para ganar el campeonato nacional.

Y eso que durante los primeros minutos el partido estuvo igualado. Oliver y compañía no sabían cómo marcar gol hasta que descubrieron el punto débil de Teo Sellers: era grande, enorme, por lo que los tiros rasos no los llevaba tan bien. Además los listillos del New Team se percataron de que en esto del fútbol se le podía pasar a un compañero para que marcara gol, o sea que no siempre había que tirar un trallazo desde fuera del área. Esto sí que fue un descubrimiento. De modo que el equipo de Oliver puso en práctica sus nuevos hallazgos y terminó goleando al Nord Ford. Fácil y sencillo.

Eso sí, el pobre Teo Sellers se agarró un cabreo de los gordos. No estaba acostumbrado a perder y no encajó bien la derrota. Incluso estuvo a punto de soltar algún sopapo a sus rivales, pero al final se dedicó a lamentarse desconsolado. Se hizo ilusiones y llegó a pensar que podía ganar el campeonato nacional, pero pasó de estar imbatido a recibir una goleada. Como decía arriba, las derrotas a veces son crueles.

Jeff Turner: el alcohólico que entrenó a Mark Lenders

Jeff Turner fue el entrenador más importante que tuvo Mark Lenders. Cuando el chaval apenas tenía doce años, Turner le enseñó a jugar con garra, a dar codazos a sus rivales de manera que no pitaran falta y a agujerear las redes de sus rivales de un balonazo. Lenders aprendió lo más importante de este peculiar entrenador: para triunfar debía ser agresivo. Y estuvo a punto de ganar el campeonato nacional. Pero amigos, la sombra de Oliver Atom era alargada.

Un día Mark Lenders, acompañado de sus inseparable Dani Mellow y Ed Warner, abandonó el Muppet para ingresar en las filas del Toho, porque el dinero siempre ha sido el dinero y Jeff Turner no parecía tener mucho de eso. Tenía cerveza o sake, eso sí, o lo que demonios le diera por beber. El caso es que nuestro protagonista se dedicó a la bebida y siguió entrenando a un Muppet muy mermado por las bajas. Jeff Turner sabía que con sus actuales jugadores sería imposible ganar el campeonato nacional, que esa oportunidad ya había pasado cuando había contado con Mark, Dani y Ed, pero aun así continuó dando lecciones de vida a aquellos chavales que tanto lo admiraban. Porque Jeff Turner llevaba en el corazón entrenar. Y beber de vez en cuando, claro.

Y para demostrar lo desinteresada que era su manera de actuar, un día se acercó hasta su antiguo jugador Mark Lenders y le cantó las cuarenta: "En el Tohu te has vuelto blando", le dijo. "¡Eres un tigre sin dientes!", le espetó, y apareció en pantalla, efectivamente, la maravillosa imagen de un tigre desdentado. Fue uno de los mejores momentos de Oliver y Benji. A Mark aquello le pilló por sorpresa. ¿Quién iba a esperar que lo insultaran de aquella manera? Así de sopetón. 

El delantero del Toho se tomó muy en serio las palabras de su antiguo entrenador y se marchó a la playa. Porque debía recuperar aquella garra como fuera, así que estuvo chutando contra las olas. Y chutó, y chutó. Y siguió chutando. A pesar del tiempo y de la tempestad. A pesar de la lluvia. Hasta que por fin consiguió atravesarlas con el balón. Acababa de nacer un nuevo y letal disparo: el tiro del tigre.

Todo había sido gracias a Jeff Turner y a sus sabios y generosos consejos. Llamar tigre sin dientes a Mark fue suficiente para que el chaval fuera a la playa a arriesgar su vida y descubriera una nueva habilidad. Jeff Turner sí que se preocupaba por Mark, no como aquel antipático entrenador del Toho que no le pasaba una. De modo que Turner demostró tener carisma y unos métodos eficaces. Aun así no pudo ganar el campeonato nacional porque le desmantelaron el equipo tirando de talonario. Pero en fin, al menos bebida no le faltó.

Alan Crockett: el portero que tenía miedo al balón

Benji era el portero titular del New Team y una de sus grandes estrellas, pero solía estar lesionado. Así que en realidad el guardameta titular solía ser Alan Crockett. Benji y Alan se parecían en varias cosas: eran porteros, se colocaban bajo palos y se ponían guantes. Y hasta aquí las similitudes entre estos dos personajes, porque entre ellos había una gran diferencia: Benji era un genio y Alan era malísimo. Pero malo, malo. Malo con avaricia, algo así como el Karius de Oliver y Benji.

¿Por qué jugaba entonces Alan de portero? ¿De verdad no podía el New Team conseguir alguien mejor? Supongo que es algo que se preguntaba todo el mundo, Oliver Atom incluido. Alan no solía parar, sino que acostumbraba a hacer la estatua con los ojos bien abiertos hasta que el balón estaba en la portería. Daba igual que el disparo fuera potente o flojo. Croquett paraba alguna vez, sí, pero con la frecuencia de un eclipse. Era tan malo que Oliver ya sabía que tendría que marcar unos cuantos goles de más para compensar el estropicio que iba a provocar Alan. Pero no era solo que el portero suplente del New Team fuera malo, sino que además tenía miedo al balón.

Sucedió durante el primer enfrentamiento entre el New Team y el Muppet. Mark Lenders era un chaval agresivo que chutaba fuerte y daba codazos con la permisividad arbitral. Y además, Mark Lenders tenía instinto. Así que el discípulo de Jeff Turner olió la sangre y supo sacarle partido. ¿Cuál era el punto débil del New Team?, debió de pensar. Pues a falta de Benji Price, la portería era claramente la peor parte del equipo de Oliver. Mark lo sabía, y por eso resolvió que se encargaría de ello. 

Como buen estratega, el delantero del Muppet trazó un plan. No demasiado elaborado, eso sí, pero efectivo. Lenders arrebató el balón a Oliver y chutó apuntando al rostro de Crockett. Y obviamente este no reaccionó, sino que recibió un balonazo en la cara y encajó gol. Gotas de sangre y el balón en la red. Y gol, golazo del Muppet. Pero además Crockett había salido mal parado. Se quedó en el suelo, temblando con las manos en la cara y la mirada perdida. ¿Había miedo en aquellos ojos? Sí, claro que sí. Miedo y pánico. El pobre Crockett estaba aterrorizado.

Y con esto tuvo que lidiar el portero suplente del New Team. Cada vez que se acercaban los rivales, Alan Crockett hacía la estatua y el balón entraba. Era un trámite, pues todo el mundo sabía que no lo iba a detener, pero a pesar de todo Alan Crockett siguió jugando. Hasta que Oliver le dio una lección: le dijo que el balón era su amigo y asunto arreglado. ¿Y si Mark Lenders le arrancaba la cabeza de un balonazo?, pensábamos todos. Pues el balón seguía siendo su amigo igualmente, claro que sí.

Y a pesar de todo, Alan Crockett ganó el campeonato nacional. Un campeón.

martes, 5 de abril de 2022

El Problema de la Paz, de Joe Abercrombie

¿Os acordáis de eso que suelen decir los futbolistas cuando hablan de Messi y Cristiano? Ya sabéis lo pesados que se ponen con eso de que han tenido mucha suerte por coincidir con jugadores irrepetibles como estos dos, porque han podido jugar con ellos durante sus mejores años y bla, bla, bla. Tranquilos, no me voy a meter en debates futbolísticos con los que perdería mis cientos de lectores diarios (ejem), así que no cerréis vuestro navegador todavía. Pero el caso es que algo así sentí cuando terminé de leer El Problema de la Paz. Porque Joe Abercrombie está en sus mejores años, es un genio y los lectores tenemos la fortuna y el privilegio de poder disfrutarlo. 

Sinopsis de El Problema de la Paz

A pesar de los reveses sufridos, no hay nada que se interponga en el camino de Savine dan Glokta, en el pasado la inversora más poderosa de Adua, cuando ha puesto su ambición en un objetivo.

Para héroes como Leo dan Brock y Stour Ocaso la paz no es más que un inconveniente que debe remediarse cuanto antes. Pero primero hay que alimentar agravios y reunir aliados. Entre tanto, Rikke tiene que dominar el ojo largo... antes de que su poder acabe con ella.

En todos los sectores de la sociedad anida el descontento. Los Rompedores aún acechan en la clandestinidad, tramando planes para llevar a cabo el Gran Cambio que por fin libere al pueblo, mientras los nobles descontentos tratan de aumentar su influencia y sus prebendas.

Orso intenta hallar un camino seguro en el laberinto de cuchillos que es la política, pero sus deudas y sus enemigos no dejan de aumentar.

Mi opinión de El Problema de la Paz

Con El Problema de la Paz Joe Abercromble lo ha vuelto a hacer: personajes redondos que van evolucionando, muchísima sangre, giros inesperados y magníficos diálogos. En realidad es la misma fórmula de siempre, con ese tono irónico y ese humor sarcástico que tanto nos gustan, pero esta vez algunos pasajes me han parecido especialmente duros incluso para tratarse del libro de un tipo que suele lograr que torturadores y asesinos nos caigan bien. Y supongo que esto es mucho decir. 

Y es que El Problema de la Paz es una lectura que requiere de un estómago sólido en algunas partes, pero que también nos hace reflexionar sobre diversos aspectos de la vida: el orgullo, la ambición, la guerra, los grandes ideales, las revoluciones. ¿Merecen la pena? La novela de Abercrombie no es solo una lectura adictiva y divertida, sino que además nos da unas cuantas lecciones que vale la pena aprender.


"El bien y el mal no son tan fáciles de distinguir como parece -replicó Vick-. La cuestión es sobre todo desde dónde los miras".
 

Como ya sabréis, El Problema de la Paz es la segunda parte de la trilogía La Era de la Locura. Si en Un Poco de Odio (mi reseña) conocíamos a la nueva generación de personajes del Círculo del Mundo, en esta segunda entrega asistimos a la evolución de todos ellos y a una trama que avanza inexorablemente hacia la guerra.

Volveremos a seguir los pasos de Leo dan Brock, Orso, Rikke, Savine y Stour Ocaso, pero esta vez la nueva generación de personajes tiene pasado, heridas y traumas que han sufrido durante la primera parte de la trilogía. Y claro, esto hace nuestros protagonistas sean cada vez más interesantes y complejos. Como siempre, Abercrombie hace un trabajo magnífico con sus personajes.

Heridas que no sanan y giros inesperados


Quizá por eso El Problema de la Paz me haya gustado más que Un poco de odio: porque ya hay una trayectoria y un pasado que marca. Aquí las heridas duelen y no se curan, tanto las físicas como las emocionales. Algunos sufren porque su pierna no termina de sanar y otros porque el amor de su vida los rechazó. Porque esto es grimdark, fantasía oscura y Joe Abercrombie. Las cosas no suelen mejorar y cuando lo hacen no duran demasiado. 

Además tenemos unas cuantas sorpresas y giros finales que somos incapaces de ver, y eso que el escritor de Lancaster hace lo mismo en todas sus novelas. Me refiero a eso de sorprender con el final, a dar un giro que nos deja con la boca abierta. Ya lo hizo en Los Héroes, en la trilogía del Mar Quebrado, en Un poco de odio. Y ahora lo ha vuelto a lograr.

La trama principal del libro consiste en una reordenación de fichas. En Un poco de odio pasaron cosas terribles, hubo sorpresas y disgustos, y ahora los personajes se van situando en el bando que les corresponde, pues las condiciones y las posibilidades han cambiado. Digamos que ha habido un nuevo reparto de cartas y está por ver lo que hace cada uno con las que le han tocado. Por su parte, los Rompedores continúan acechando en la sombra y tienen algunos capítulos de protagonismo, pero no demasiados.


"Forma parte de la naturaleza de los hombres, y sobre todo de los ambiciosos, ser infelices".
 

El Problema de la Paz tiene menos revolución industrial y más intrigas, traiciones y alianzas en las altas esferas. Es divertido leer cómo todo avanza de manera ridícula hacia el desastre hasta que llegamos a un último tercio de libro que nos deja sin aliento. Aquí la sangre y la crudeza alcanzan cotas pocas veces leídas por un servidor, y eso que no me distingo por leer novelas románticas.

A falta de terminar de leer la tercera entrega me atrevo a señalar que Abercrombie ha conseguido que esta nueva trilogía sea más entretenida y enganche aún más que algunas de sus anteriores novelas. Por ejemplo, La trilogía de La Primera Ley fue una sorpresa y era genial porque tenía personajes como Logen, Glokta, Jezal, Bayaz o el Sabueso. Personajes irrepetibles, grandes leyendas y complejos como nadie. Pero se ha solido decir que los tres primeros libros del autor inglés son de ritmo lento. 


"Había orgullo cívico en los ciudadanos de la poderosa Adua, la Ciudad de las Torres Blancas, pues nadie respiraba unos vapores tan densos ni bebía un agua tan sucia como ellos, ni pagaba tanto por unas habitaciones tan pequeñas".

 

Bueno, pues eso no sucede en la trilogía de La Era de la Locura: hay más acción, más conflicto, más traiciones, más sexo explícito y los personajes siguen siendo tan interesantes como siempre. Incluso se abordan temas como la homosexualidad, que no recuerdo haber leído antes en un libro de Abercrombie. Quizá podría decirse que el escritor de Lancaster ha hecho buena esa frase de Terry Prachett que decía que "el progreso solo significa que las cosas malas suceden más deprisa". En esta nueva trilogía todo sucede más deprisa, tanto las cosas malas como las peores.

En fin, que El Problema de la Paz es otra gran novela de Joe Abercrombie, y van unas cuantas. Todo queda dispuesto para La Sabiduría de las Multitudes, donde veremos si por fin llega el gran cambio que quieren impulsar los Rompedores.

Cinco bigotes para El Problema de la Paz.





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martes, 29 de marzo de 2022

Willow: la fantasía infantil de los años ochenta

Lo malo de volver a ver películas que te encantaron de pequeño es que corres el riesgo de llevarte una decepción. Las cintas favoritas de nuestra infancia sorprenden a veces por lo bien que aguantan el paso del tiempo. Eso nos suele llevar a sacar pecho y a afirmar que sí, que esa película es la mejor de todos los tiempos y que ya no se hace cine como el de antes. Las típicas frases de abuelo cebolleta que soltamos a medida que nos hacemos mayores. Pero otras veces... Ejem, otras veces pasa como con Willow: que la recordaba más sólida, más adulta, pero me he encontrado una cinta de fantasía para niños cuyos personajes reaccionan a menudo de manera extraña e incluso ridícula. Claro que la culpa no es de la película de Ron Howard,  sino mía. O mejor dicho, de mi nostalgia. Tenía a Willow un poco idealizada y me he dado un baño de realidad. Aun así, Willow es una película muy entretenida.

Willow (1988) es una cinta de fantasía dirigida por Ron Howard y con argumento de George Lucas. Además de Willow, Ron Howard ha dirigido películas como Rush, Cinderella Man y en El Corazón del Mar. El director estadounidense ha trabajado en muchas otras películas, claro, pero si os gusta el buen cine os recomiendo esas tres. Yo las disfruté como un enano. En cuanto a Lucas... Bueno, supongo que a estas alturas sobran las presentaciones. Es el creador de Star Wars, dirigió la primera película de la saga, produjo las películas de Indiana Jones y un largo etcétera. Y también produjo Willow, por cierto. Y como decía, George Lucas creó también el argumento de la película. Argumento que visto ahora con los ojos de un adulto resulta un tanto sospechoso. Aunque en realidad ese no es su problema.

Willow y El Señor de los Anillos

Willow nos cuenta una historia de magia, guerreros, espada y brujería, hechiceras, enanos, gente diminuta y profecías que se cumplen. La típica historia de fantasía en la que (oh casualidad) existe un poblado de enanos que recuerdan demasiado a los hobbits de Tokien. Un día Willow, un granjero daikini aprendiz de mago, se encuentra en la orilla del río a una bebé abandonada que resulta ser Elora Danan, la elegida para acabar con el reino de terror de la reina Bavmorda. Cuando su poblado es atacado por los perros más feos que se ha visto en la historia del cine, Willow se da cuenta de que esa niña tiene algo especial que les traerá problemas, así que emprende un viaje acompañado por dos guerreros de su poblado para devolver a la niña a donde corresponda. Conocerá entonces a personajes como el guerrero Madmartigan y la hechicera Raziel, quienes ayudarán a Willow a cumplir su misión.

No es que Willow sea una burda copia de El Señor de los Anillos y ya está, porque no lo es, pero sí es cierto que la película de Ron Howard tiene demasiadas cosas que recuerdan a la obra de Tolkien: un poblado con enanos que en este mundo se llaman daikinis (y que podrían ser los hobbits); un daikini que tiene que emprender un viaje para llevar algo valiosísimo y completar una gran misión (que podría ser el bebé de Elora o el anillo de poder). Es ver la escena en la que los daikinis viajan a través de las montañas e irremediablemente me viene a la cabeza El Señor de los Anillos, qué le vamos a hacer. En defensa de la cinta de Ron Howard diré que estas inspiraciones tan descaradas no son exclusivas de Willow, sino que Tolkien influyó en todas las obras de fantasía que se crearon tras El Señor de los Anillos. En los libros de fantasía de la época siempre había un viaje, el bien contra el mal y elfos. Que ahora que lo pienso, en Willow no los hay.

Willow: un guion demasiado infantil

Como decía, los problemas de Willow no vienen por sus similitudes con la obra de Tokien, sino por su guion. Y es que ha habido varias cosas que me han chirriado bastante. Por ejemplo, en cuanto empieza le película le roban a Bavmorda el bebé de Elora Danan. Se lo quitan prácticamente de la cara, paseándose como Pedro por su casa, y eso que se supone que la villana de la película es una hechicera inteligente y poderosa. Bavmorda comete un error de principiante con la vigilancia de los bebés. Que luego ella le echa la culpa a su hija, pero como carta de presentación de la mala de la película deja bastante que desear. 

Luego está el cambio de bando que hace Sorsha. Que a ver, se puede entender que no esté demasiado contenta con su madre porque además de ser más mala que la tiña le dice que es una inútil. Pero de ahí al repentino cambio de bando que hace Sorsha... No sé si es demasiado verosímil. Aparece Madmartigan, su enemigo, mientras ella duerme. Le suelta unos piropos: qué guapa eres, qué bella, bla, bla, bla. Ella despierta y lo amenaza con un cuchillo, pero en vez de gritar para que acudan a ayudarla se queda remoloneando. ¿Por qué? Porque había habido miraditas antes y Madmartigan ya la tenía en el bote. Lo cual es suficiente para que la princesa de todo un Reino traicione a los suyos. Pues vale.

Y otro tema que no me termino de creer es la amistad entre Madmartigan y Airk. Cuando el general Kael (el malo de la calavera que mola muchísimo) mata a Airk, Madmartigan monta en cólera y se dirige raudo a vengar a su amigo del alma. Pero ¿de verdad eran tan amigos? ¡Si al principio de la película Madmartigan estaba en una jaula y Airk se ríe de él y no lo libera! Luego cuando se encuentran le dice que en realidad lo hizo para salvarle la vida, pues se dirigía a una batalla en la que fueron derrotados. Pero qué queréis que os diga: si un tío me deja encerrado en una jaula sin agua ni alimentos, no me está salvando la vida. Bueno, pues Airk le suelta y eso y tan amigos. En fin.

Tampoco se trata de buscar fallos en la película, pero son planteamientos que colaron cuando era un niño y sin embargo hoy me han llamado la atención. Porque como decía más arriba,  Willow es una película de fantasía para niños, y como tal es muy disfrutable y entretenida.

Ritmo, acción y una gran banda sonora

De hecho, Willow tiene muchas cosas buenas. Por ejemplo su ritmo. La acción casi no para en toda la película, y su personaje protagonista encarnado por Warwick Davis tiene carisma. Willow demuestra al principio que no es precisamente un mago a la altura de Gandalf. Parece que ha hecho desaparecer un cerdo, pero enseguida el animal aparece tratando de escapar entre gritos desesperados. Todos en el poblado ríen mientras nosotros vemos cuáles son las capacidades del héroe de la película. Estamos ante el típico protagonista que a pesar de no ser gran cosa va a ser capaz de marcar las diferencias. Pero ¿lo será? Solo si, como le aconseja el gurú de la aldea a Willow, es capaz de confiar en sí mismo. Y al final de la película tenemos la respuesta.

Lo mejor de la película es sin duda su banda sonora. Imposible olvidar la melodía épica de James Horner, que sigue sonando en mi cabeza días después de haber visto la película. La cinta de Ron Howard tuvo dos nominaciones al Oscar: en mejores efectos de sonido y mejores efectos visuales. Lo de los efectos visuales a día de hoy quizá sea mejor pasarlo por alto, pues en este sentido la película no ha envejecido demasiado bien. Pero la música sigue siendo una maravilla a la altura de las grandes bandas sonoras de la historia del cine.

En fin, que Willow es una película entretenida y disfrutable pero teniendo en cuenta que es lo que es: fantasía para niños con magia, guerreros, enanos y todos los elementos fantásticos de la época. Mi decepción no ha sido tanto por la película en sí sino por el recuerdo que tenía de ella, pues no la recordaba tan infantil. Así que si buscáis algo adulto mejor que veáis Juego de Tronos. Pero si queréis nostalgia, pasar un rato entretenido y escuchar una buena banda sonora os podéis poner Willow y os vais a divertir. Yo lo he hecho a pesar de los problemillas de guion.

Tres bigotes para Willow.


miércoles, 23 de marzo de 2022

Los mejores guerreros de Joe Abercrombie

Hace unos días el escritor Juan Gómez-Jurado publicaba un tweet en el que decía algo así como "ha vuelto dios". El tweet mostraba una foto de La Sabiduría de las Multitudes, la tercera parte de la trilogía La Era de la Locura de Joe Abercrombie. Le respondí que sí, que el escritor inglés es el mejor, a lo que otro tuitero objetó que tanto como el mejor no es, pues Sanderson está un escalón por encima. 

Bueno, ya sabéis que a mí Sanderson también me gusta, pero ahora mismo estoy leyendo El Problema de la Paz y tengo que reconocer que me divierto más con Abercrombie. Cuestión de gustos, supongo. Su tono pesimista y sarcástico, su humor y sobre todo sus personajes no tienen parangón. He descubierto que soy más de grimdark, ese tipo de fantasía realista, pesimista, cruda y sangrienta que desmitifica la épica. Y esto es justo todo lo que me ofrece el bueno de Abercrombie. Todo esto y los mejores personajes que he conocido jamás, claro. Por eso devoré Un poco de odio (mi reseña) y por eso El Problema de la Paz me tiene tan enganchado. Así que como digo, Abercrombie crea personajes como nadie, pues consigue que empaticemos con ellos aunque sean asesinos o torturadores. Todo suele depender del punto de vista. 

El caso es que en un mundo tan violento como el de Abercrombie abundan los guerreros, y el otro día, leyendo una escena de El Problema de la Paz, me pregunté cuál de ellos era el mejor de todos. ¿Quién es el mejor guerrero de todo el universo Abercrombie?, pensé. No tuve problema para decidir el primer puesto, y supongo que todo el que haya leído a Abercrombie lo tiene claro. Y si alguien tiene dudas me lo puede decir a la cara en los comentarios 😆 

Pero ¿quiénes son los cinco mejores guerreros que ha creado el autor de Lancaster en sus libros? Ojo, que aquí ya puede haber más debate. Me he frotado el bigote de lo lindo, le he estado dando vueltas al asunto y ya lo tengo claro. Os dejo mi particular ranking de mejores guerreros de Joe Abercrombie.

5 - Gunnar Broad

Gunnar Broad es un tipo que tiene dos caras. Su intención es no crear problemas, pues se lo ha prometido a su mujer y quiere mantener a salvo a su familia como sea. No es mala persona, pero lo que mejor se le da es pelear. Y no es solo que sea lo que mejor hace, sino que disfruta haciéndolo aunque él mismo se intente convencer de lo contrario. Y es que en el fondo Gunnar Broad sabe que disfruta con la violencia. Cuando se quita las gafas es momento de salir corriendo porque este tipo es capaz de cometer cualquier barbaridad. Tiene un puesto en este privilegiado ranking porque es sin duda uno de los personajes más peligrosos de las novelas de Abercrombie.

4 - Caul Escalofríos

Es una de las leyendas del norte, y después de Nueve el Sanguinario quizá haya sido el personaje más temido del Círculo del Mundo. Tiene un ojo de cristal y su voz suena como un susurro amenazante. Vamos, que es un chungo y por eso su apodo Escalofríos le viene como anillo al dedo. Todo hombre que valore su vida se aleja cuando Escalofríos aparece.

Escalofríos es un tipo inteligente. En su día quiso vengarse de Logen Nuevededos, pues responsabilizaba a éste de la muerte de su familia. Sin embargo, tuvo el criterio suficiente para percatarse de que aquel enemigo era quizá el único que le venía demasiado grande, por lo que nunca fue capaz de completar su venganza.

En cualquier caso, Escalofríos es un gran guerrero y un gran asesino, como ha demostrado más de una vez. Tiene un papel decisivo en Los Héroes. En la última trilogía, a pesar de ser ya una vieja gloria, sigue comportándose como un asesino de lo más eficaz.

3 - Dow el Negro

Otro guerrero norteño de armas tomar. Formaba parte de aquel grupo de legendarios guerreros que lideraba Logen Nuevededos: Sabueso, Tresárboles, Tul Duru, Hosco Harding y el propio Dow el Negro. Eran grandes leyendas lideradas por la mayor leyenda de la historia del Círculo del Mundo, pero Dow el Negro era un tipo ambicioso y aprovechó su momento.

Ha demostrado ser un gran luchador y tuvo su momento de gloria liderando al Norte contra la Unión. Es despiadado, feroz y violento. Ahora que lo pienso, Stour Ocaso me recuerda bastante a él. 

2 - Bremer dan Gorst

Uno de los mejores personajes de las novelas de Joe Abercrombie. Es de largo el mejor guerrero de la Unión, y si fuera un norteño sería una leyenda y se cantarían canciones sobre él. Luchó contra Jezal en la final del torneo de esgrima y perdió, pero debería haber ganado de manera incontestable. En Los Héroes demostró que él solito es capaz de encargarse de un batallón de enemigos.

Sin embargo, todo lo que Gorst tiene de gran guerrero lo tiene también de pobre hombre. A pesar de ser un tipo enorme, su voz es posiblemente la más aguda de todo el Círculo del Mundo, lo que lo convierte a menudo en un personaje ridículo. Quizá por eso, y por sus complejos y por la injusta derrota que sufrió ante Jezal, no disfruta precisamente de la vida y solo es feliz matando en una batalla.

Gorst es un desgraciado pero es el mejor guerrero de la Unión.

1 - Logen Nuevededos: el Sanguinario

Palabras mayores. El mayor guerrero que ha creado Joe Abercrombie. Un mito, una leyenda. Las nuevas generaciones de guerreros quieren ser como él y matar como él lo hacía. Y claro, esto es imposible. Y es que solo existe un Nueve el Sanguinario. Logen terminó invicto todos sus duelos en el círculo, mató a incontables enemigos y amigos, asesinó a niños, a grandes guerreros, a todo lo que se le puso delante. Incluso venció a un monstruo como Fenris el Temible cuando parecía imposible.

Lo mejor de todo es que Abercrombie consigue que veamos a Logen como una especie de bonachón, un tipo que no parece precisamente mala persona. Logen a menudo se encoge de hombros y dice que hay que ser realista. Tiene una visión práctica de la vida y suele soltar frases de esas que valdría la pena subrayar. Cuando le preguntan cómo ha conseguido ganar siempre se limita a afirmar que en gran parte es gracias a que ha tenido suerte.

Pero si Logen se ha ganado el apodo El Sanguinario es por algo. Cuando entra en modo el berserker, Logen Nuevededos se transforma y se convierte en el mayor asesino que ha existido jamás. Y entonces es un tipo despiadado e invencible. ¿Os acordáis de William Munny en Sin Perdón? Ya sabéis, ese personaje interpretado por Clint Eastwood. Wiliam Munny, el asesino de niños, el violador de mujeres (qué gran final tiene esta película). Un tipo tranquilo que se transformaba en el asesino más cruel del oeste cuando bebía. Bueno, pues Logen es algo parecido. El propio Abercrombie ha reconocido más de una vez que Sin Perdón es probablemente la película que más influencia ha tenido en sus libros. 

Logen Nuevededos es el mejor guerrero de Joe Abercrombie.


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jueves, 17 de marzo de 2022

El Puño de la Estrella del Norte (película anime)

En los años noventa yo era un chaval curtido en cine violento. Aunque mi tupido bigote aún no existía, ya había visto películas como Robocop y había jugado a videojuegos tan sangrientos como Mortal Kombat. Me jactaba de haberlo hecho, de ser un chaval experimentado es esas lides. Y es que la clasificación por edades de la época se interpretaba... Bueno, digamos que con más ligereza. El caso que a pesar de mi corta edad era difícil sorprenderme con algún chorrito de sangre de más. Tan curtido estaba que me conocía los episodios de Caballeros del Zodíaco como la palma de mi mano, y ya os conté lo sangriento que era este anime cuando hablé sobre sus mejores momentos (el artículo aquí). 

Pero cuando vi la película de animación de El Puño de la Estrella del Norte (1986) me quedé con la boca abierta. ¿Los Caballeros del Zodíaco? Minucias. ¿Robocop? Bueno, al prota le revientan la mano con una escopeta y lo acribillan a balazos, así que poca broma. Pero aun así Hokuto no Ken sí que era un anime violento, épico, sádico, adulto, original y con el antihéroe más varonil que jamás se hubiese visto. De modo que El Puño de la Estrella del Norte me sorprendió y pasó a ser lo más bestia que mi inexistente bigote había visto jamás. Incluso a día de hoy, con todo el cine que he disfrutado, diría que la película de Toyoo Ashida contiene algunas de las escenas más épicas que he podido ver. Y eso es mucho decir.

El Puño de la Estrella del Norte es una película anime basada en el manga de Tetsuo Hara (dibujante) y Buronson (escritor). Como curiosidad, el tal Buronson en realidad se llamaba Yoshiyuki Okamura, pero se puso Buronson como nombre artístico porque era muy fan de Charles Bronson. ¿En serio? Sí, cosas de japoneses. De hecho, le gustaba tanto que se dejó un bigote parecido al del actor estadounidense.

Pero volviendo a la película, El Puño de la Estrella del Norte es una especie de compendio de la serie y el manga con un final alternativo. Tras la Tercera Guerra Mundial, el planeta se ha vuelto un lugar árido y desolado en el que el agua se ha convertido en el bien más preciado. Solo los más fuertes pueden sobrevivir, y dominan el mundo aplastando a los débiles sin miramientos. Pero en este mundo cruel y despiadado surge un héroe, el hombre de las siete cicatrices, quien es heredero del arte marcial más poderoso: el Hokuto Shinken. Kenshiro usará su poder para ayudar a los más desfavorecidos a llevar una vida más digna.

El Puño de la Estrella del Norte contra el Puño de la Estrella del Sur

El Puño de la Estrella del Norte comienza con el conflicto que marca toda la película: Kenshiro está con su amada Julia, y Shin, su supuesto amigo, aparece para arrebatársela. Nuestro protagonista no da crédito y cree que su amigo se ha vuelto loco, pero no. O sea, loco sí parece haberse vuelto, pero no está de broma. 

Shin quiere tener a Julia por encima de todo, dice que se ha enamorado de ella (ajá) y hará cualquier cosa para llevársela. Así que El Puño de la Estrella del Norte y el El Puño de la Estrella del Sur se enfrentan. Y vence Shin, quien nos da una primera lección de vida: "yo he ganado y tú has perdido", dice señalando lo evidente, "pero ¿por qué?, sigue. "Porque no tienes ambiciones para alimentar tu fuerza de voluntad". Y le clava siete veces el dedo en el pecho para que Julia se vaya con él. Bueno, pues parece que a partir de esta escena Kenshiro sí tiene ambiciones, pues su transformación es radical. Como dicen al principio de la película Conan el Bárbaro, "todo aquello que no nos mata nos hace más fuertes (Nietzsche)". Kenshiro es el mejor ejemplo de esto.

La escena que lo demuestra quizá sea mi favorita. ¿Cómo presentar a un personaje invencible? ¿Cómo hacer que parezca poderoso, imparable, despiadado y, en general, el tipo más duro que hayamos visto y vayamos a ver en toda nuestra vida? Pues con sangre, faltaría más.

La mejor manera de presentar a un personaje

Unos bandidos tipo Mad Max, de estos que lucen cresta, ríen sin saberse exactamente de qué y chupan cuchillos afilados, han perseguido a dos niños y van a quedarse con sus pertenencias. Uno de los villanos está aplastando a la niña con su enorme pie, y entonces la pequeña envía una especie de aviso telepático. Lo que vemos a continuación es la mejor presentación de un personaje que he visto jamás.

Una figura oscura emerge entre una nube de polvo marrón y se oyen unos sonidos graves. Son sus puños golpeando los edificios que lo flanquean mientras avanza imparable. Es suficiente para que las construcciones se derrumben y caigan sobre él, pero nada lo detiene. El tipo, el ser o lo que demonios sea avanza sin pestañear a través del ladrillo, atravesándolo sin que caminar a través de las paredes le suponga el más mínimo esfuerzo. El mensaje de la escena está claro: todo cuanto se le oponga quedará destruido por enorme que sea. La figura es Kenshiro y nada lo detendrá.

Y así es como nuestro héroe llega hasta el bandido que está tratando de aplastar a la niña. Todavía hoy me pregunto por qué estos tipos consideran que enfrentarse a un bestia que destruye y atraviesa edificios es una buena idea, pero el caso es que van a por él y lógicamente mueren. Una vez más la selección natural funciona. Vemos entonces las bondades del Hokuto Shinken, el arte marcial milenario del que es heredero Kenshiro, pues las cabezas de los villanos explotan y saltan chorros sangre. ¡Bravo! Así que los niños se salvan y ahora tenemos a un héroe muy diferente al que se enfrentó a Shin. Porque ahora Kenshiro es un tipo despiadado e invencible. Y mola mucho más.

Las bondades del Hokuto Shinken

El Puño de la Estrella del Norte tiene muchas cosas buenas, pero una de las mejores es sin duda el Hokuto Shinken. Se trata de un arte marcial antiquísimo del que es heredero Kenshiro. Y no estamos hablando de nimiedades como el karate, el judo o el boxeo. Esto está a otro nivel y si habéis visto alguna escena sabéis a lo que me refiero. Hablamos de cabezas que se deforman y de cuerpos que explotan. De sangre que sale a chorros. De todo eso que nos gusta, en definitva. Pero además de toda la sangre que provoca, lo que tiene de particular el Hokuto Shinken es que no actúa justo cuando Kenshiro golpea, sino que lo hace segundos o incluso minutos después. La típica escena es: Kenshiro derriba de un puñetazo a su adversario y éste se levanta soltando un "ahora verás". Y entonces nuestro héroe le da la espalda y sentencia: "Omae wa mo shinde iru (tú ya estás muerto)". Y efectivamente el tipo explota justo cuando se iba a vengar.

Claro que a veces el Hokuto Shinken requiere de alguna técnica ingeniosa. Por ejemplo cuando Kenshiro se topa con un gigante gordo que no le permite entrar a un edificio. Que por cierto, los gigantes en esta película están a la orden del día, lo que la hace más interesante si cabe. El caso es que Kenshiro golpea al gigante gordo, pero su brazo queda atrapado en la grasa y el tipo le arrea un guantazo que lo incrusta en el suelo. Así que Kenshiro tiene que ingeniárselas para acabar con él de otra manera. Y lo hace. Tirando de velocidad, se pone a soltar sus grititos a lo Bruce Lee y propina una buena ráfaga de patadas al gordo en la tripa. Pero ojo, porque el objetivo no es matar al gigante con este ataque, sino simplemente abrir un hueco para conseguir golpearlo de verdad. Gracias a la velocidad que Kenshiro imprime a sus patadas, la grasa de la tripa de su rival baila en el aire durante un rato, lo que Kenshiro aprovecha para lanzar un golpe a través del agujero que ha creado y por fin toca un punto vital. Y entonces sí, por fin puede soltar su frase favorita: ¡Tú ya estás muerto!

Es solo un ejemplo, pero está claro que una de las mejores cosas que tiene El Puño de la Estrella del Norte son las ejecuciones de Kenshiro. La imaginación de Buronson parecía no tener límite, y si lo queréis comprobar os animo a que busquéis en Youtube "Hokuto no Ken death" o algo por el estilo. Yo a veces lo hago y me lo paso pipa. ¿Cómo se le puede ocurrir a alguien algo tan sádico y a la vez tan genial? Os diréis. Bueno, pues porque esto es arte. O algo así. Supongo. Jeje.

Raoh el conquistador, el mejor rival para Kenshiro

Tampoco me puedo olvidar de Raoh, el hermano mayor de Kenshiro. Suele decirse que un héroe es tan grande como poderoso sea su rival, y esto es lo que pasa en El Puño de la Estrella del Norte. Raoh es más grande que Kenshiro y, a priori, más fuerte. Es un tipo serio, inteligente, lo llaman Raoh el conquistador por algo y si alguien corea su nombre a destiempo debe ser ejecutado. Raoh va tan sobrado que derrota a enemigos poderosos sin bajarse del caballo, pero un día aparece Kenshiro y la cosa cambia, claro.

La batalla final entre Kenshiro y Raoh es espectacular. Es una conclusión alternativa que merece la pena por ver a estas dos bestias pardas enfrentarse. Ojos blancos, auras poderosas, grititos a lo Bruce Lee y por supuesto sangre, chorros de sangre, pues de esto no falta en toda la película. Hokuto Shinken en acción con los dos personajes más poderosos enfrentándose, en definitiva. Hay que verlo.

En fin, que El Puño de la Estrella del Norte marcó a una generación. Fue de esas primeras películas anime que se publicaron después de Akira y dejó claro que los dibujos animados no tenían por qué ser para niños. Aquí hay sangre, gente que explota, luchas épicas y un mundo cruel y destrozado por la Tercera Guerra Mundial. Los personajes tienen carisma, sobre todo Kenshiro, cuyo cambio es radical desde que su amigo Shin lo traicionó. Seguramente sea el tipo más duro que he visto en una película. Me río de Chuck Norris.

Hay quien dice que esta película no está a la altura del cómic y de la serie por ser un extraño resumen de la historia original y no contar nada nuevo. Puede ser. Pero como espectáculo entretenido y épico, como película que marcó a una generación que no conocía el manga, El Puño de la Estrella del Norte sigue siendo de lo mejor que he visto en el mundo del anime.

Y por eso le doy cinco bigotes.