miércoles, 8 de febrero de 2023

Roma soy yo (Santiago Posteguillo)

Aunque mi devoción por los libros de Santiago Posteguillo no es la que era, sus novelas siempre tendrán un hueco en mis estanterías (de hecho ahí están, y cuentan con el súper poder de atraer el polvo como ningún libro. Gracias, Santiago). En cualquier caso,  reconozco que cuando me detengo en los pasillos de novela histórica de las librerías todavía hoy me acaricio el bigote un buen rato, con parsimonia y sin parar de asentir, frente a esos libros que parecen titularse Santiago Posteguillo. Lo digo porque las letras del nombre del autor suelen ser gigantes. SANTIAGO POSTEGUILLO. Así lo pone, para ciegos, por si alguien no tiene claro qué es lo realmente importante. ¿Y el título de la novela? Bueno, si uno se fija también lo pone. Pero, ¿a quién le importa?

Fue hace unos quince años cuando el autor de Valencia nos deleitó a todos con su primera trilogía, aquella que narraba la vida de Escipión el Africano, el gran vencedor sobre Aníbal en Zama (no me lo confundáis con el del equipo A, que también era buen chaval pero ese era otro). Recuerdo leer sin pestañear páginas y páginas de épicas batallas, escaramuzas, traiciones, emboscadas e intensas discusiones en el senado de Roma. Fue para mí un viaje al pasado que me aficionó para siempre a la historia de la Antigua Roma. 

Posteguillo era bueno, muy bueno, y tuvo tanto éxito que fichó por la editorial Planeta (y ganó dinero). Escogió con acierto otra figura histórica, Trajano, y escribió una trilogía sobre el emperador hispano. El autor volvió a tener éxito y era cada vez más famoso. Y sus libros se vendían sin parar (y ganaba más dinero, sin parar también). Quizá por eso, y porque lo hacía muy bien, Posteguillo ganó en 2018 el Premio Planeta con la novela "Yo, Julia", obra que nos acercaba a la figura de Julia Domna, emperatriz de Roma. Santiago Posteguillo había pasado de ser un autor casi desconocido a ganar el Premio Planeta en apenas diez años (y a tener mucho más dinero, merecidamente también).

De modo que, terminada su bilogía sobre Julia Domna, el escritor valenciano se decidió por fin a acometer su proyecto más ambicioso, aquel que sus fans más acérrimos le habían reclamado durante tanto tiempo. ¿Para cuándo algo sobre Julio César?, le decían a menudo. Pues bien, ese momento ya ha llegado. "Roma soy yo" es la primera entrega de una nueva saga de, como mínimo, cinco novelas sobre Julio César. Y a pesar de todo lo que se ha escrito ya sobre el famoso dictador de Roma, el autor de Valencia tiene claro que él sí tiene cosas que decir sobre César. Y mi bigote y yo nos alegramos.

¿Y qué tal está la primera novela de la saga? Pues muy entretenida, como todos los libros de este autor.

Juicios en la Antigua Roma


Roma, año 77 a.C. El cruel senador Dolabela va a ser juzgado por corrupción, pero ha contratado a los mejores abogados, ha comprado al jurado y, además, es conocido por usar la violencia contra todos los que se enfrentan a él. Nadie se atreve a ser el fiscal, hasta que de pronto, contra todo pronóstico, un joven patricio de tan solo veintitrés años acepta llevar la acusación, defender al pueblo de Roma y desafiar el poder de las élites. El nombre del desconocido abogado es Cayo Julio César.

Santiago Posteguillo.
Como se lee en la sinopsis, el tema principal de "Roma soy yo" es el juicio contra el senador Dolabela. Julio César tuvo la ambición y los arrestos necesarios para llevar la acusación contra uno de los tipos más poderosos de una Roma polarizada en dos bandos: los optimates y los populares. Los primeros eran los senadores más conservadores, quienes querían mantener el poder, el dinero y los privilegios en manos de unas pocas familias. Los segundos, los llamados populares, abogaban por una apertura y una diversificación de tierras y riqueza. Como se sabe, Julio César destacó en el bando de los populares, y la novela nos viene a contar cómo se dio a conocer ante el pueblo de Roma: con ese gran juicio contra Dolabela.

En lo histórico, la novela está bien porque nos permite comprender la Roma de aquellos años. Conoceremos a Cayo Mario y sus mulas (no veáis las mulas cómo pinchaban con el gladio, qué mala leche tenían), asistiremos a la batalla de Aquae Sextiae, veremos al dictador Sila haciendo de las suyas, medrando y sobornando sin parar (menuda pieza, este Sila). Y muchas cosas más. Pero sobre todo, "Roma soy yo" insiste en una ciudad en constante crecimiento y polarizada en esos dos bandos, los optimates y los populares, lo que resulta crucial para entender la figura de Julio César. 

Varias líneas temporales


Por tanto, la primera novela de esta nueva saga es una especie de introducción, pero no por ello deja de ser entretenida. Todo lo contrario. Santiago Posteguillo es, ante todo, un gran contador de historias, y en "Roma soy yo" vuelve a lograr mantenernos enganchados a la lectura. Lo consigue con capítulos llenos de conflicto, suspense y alguna que otra sorpresa. Y como siempre, con un lenguaje preciso, limpio y directo, lo que nos permite pasar páginas y páginas sin pestañear.

El otro punto fuerte de la novela es su estructura. Como decía arriba, el tema central del libro es ese juicio contra Dolabela, pero Posteguillo también toca otros temas que tuvieron lugar años antes de ese juicio. La novela tiene continuos flashbacks que, lejos de alejarnos de la narración, consiguen engancharnos todavía más a la trama. En "Roma soy yo" encontramos flashbacks, sí, e incluso flashbacks dentro de los propios flashbacks, algo así como lo que hacía Nolan en su película Origen (porque si fuera como en Tenet ya sería otro cantar, ejem) pero en versión Antigua Roma. Y Posteguillo lo hace bien, de manera natural, pues nada chirría en este sentido y todo parece fluir. Doy por hecho que el autor de Valencia ha introducido esos saltos en el tiempo tras una larga y exhaustiva planificación. Y se agradece, porque la novela se lee de tirón a pesar de tanto flashback.

¿Personajes que adivinan el futuro?


El gran Julito César.
Solo tengo dos pegas con "Roma soy yo". La primera, y es algo que viene siendo habitual en las novelas de Posteguillo: los buenos son muy buenos y los malos exageradamente malvados. Por ejemplo, Julio César es valiente, comprensivo, inteligente, responsable y enamorado de su mujer. Y aunque es verdad que se equivoca un par de veces, enseguida dialoga y admite sus errores. ¿Sería así el auténtico dictador de Roma? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero cuesta imaginarlo. En cualquier caso, otorgaré a Posteguillo el beneficio de la duda, pues también creó a Escipión como un joven valiente e idealista en Africanus y en las posteriores entregas el personaje se tornó más interesante gracias a su evolución. Veremos qué pasa con César.

Mi otra pega con "Roma soy yo" son esos guiños que Santiago Posteguillo hace a los lectores que ya conocen la historia de Julio César. Me refiero a comentarios parecidos a "un día ser tan magnánimo te costará caro" (hecho por la madre de César refiriéndose a que perdonó a sus rivales de la guerra civil y posteriormente fue asesinado por éstos), o "tú eres como yo, y aunque ahora no lo veas, terminarás siendo como yo" (dicho por Sila, refiriéndose a que César también terminará siendo dictador algún día). Las frases no son literales, pero vienen a ser algo así. Y me chirría porque encontramos ese tipo de comentarios demasiado a menudo. Tanto, que da la impresión de que los personajes de la novela tienen la capacidad de adivinar el futuro. Y claro, esto termina siendo inverosímil.

Con todo, "Roma soy yo" es una novela cuya lectura se disfruta. Es entretenida, tiene acción y el juicio contra Dolabela resulta interesante. Y a pesar de tener continuos saltos en el tiempo, uno nunca se pierde. Los puntos fuertes del libro son su estructura y la capacidad de enganchar de Posteguillo, con ese lenguaje preciso y directo que lo caracteriza. Lo malo es que los personajes no son demasiado redondos y que ese exceso de guiños puestos en boca de personajes de la época de César terminan siendo poco creíbles.

Tres bigotes y medio para "Roma soy yo".


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