martes, 29 de marzo de 2022

Willow: la fantasía infantil de los años ochenta

Lo malo de volver a ver películas que te encantaron de pequeño es que corres el riesgo de llevarte una decepción. Las cintas favoritas de nuestra infancia sorprenden a veces por lo bien que aguantan el paso del tiempo. Eso nos suele llevar a sacar pecho y a afirmar que sí, que esa película es la mejor de todos los tiempos y que ya no se hace cine como el de antes. Las típicas frases de abuelo cebolleta que soltamos a medida que nos hacemos mayores. Pero otras veces... Ejem, otras veces pasa como con Willow: que la recordaba más sólida, más adulta, pero me he encontrado una cinta de fantasía para niños cuyos personajes reaccionan a menudo de manera extraña e incluso ridícula. Claro que la culpa no es de la película de Ron Howard,  sino mía. O mejor dicho, de mi nostalgia. Tenía a Willow un poco idealizada y me he dado un baño de realidad. Aun así, Willow es una película muy entretenida.

Willow (1988) es una cinta de fantasía dirigida por Ron Howard y con argumento de George Lucas. Además de Willow, Ron Howard ha dirigido películas como Rush, Cinderella Man y en El Corazón del Mar. El director estadounidense ha trabajado en muchas otras películas, claro, pero si os gusta el buen cine os recomiendo esas tres. Yo las disfruté como un enano. En cuanto a Lucas... Bueno, supongo que a estas alturas sobran las presentaciones. Es el creador de Star Wars, dirigió la primera película de la saga, produjo las películas de Indiana Jones y un largo etcétera. Y también produjo Willow, por cierto. Y como decía, George Lucas creó también el argumento de la película. Argumento que visto ahora con los ojos de un adulto resulta un tanto sospechoso. Aunque en realidad ese no es su problema.

Willow y El Señor de los Anillos

Willow nos cuenta una historia de magia, guerreros, espada y brujería, hechiceras, enanos, gente diminuta y profecías que se cumplen. La típica historia de fantasía en la que (oh casualidad) existe un poblado de enanos que recuerdan demasiado a los hobbits de Tokien. Un día Willow, un granjero daikini aprendiz de mago, se encuentra en la orilla del río a una bebé abandonada que resulta ser Elora Danan, la elegida para acabar con el reino de terror de la reina Bavmorda. Cuando su poblado es atacado por los perros más feos que se ha visto en la historia del cine, Willow se da cuenta de que esa niña tiene algo especial que les traerá problemas, así que emprende un viaje acompañado por dos guerreros de su poblado para devolver a la niña a donde corresponda. Conocerá entonces a personajes como el guerrero Madmartigan y la hechicera Raziel, quienes ayudarán a Willow a cumplir su misión.

No es que Willow sea una burda copia de El Señor de los Anillos y ya está, porque no lo es, pero sí es cierto que la película de Ron Howard tiene demasiadas cosas que recuerdan a la obra de Tolkien: un poblado con enanos que en este mundo se llaman daikinis (y que podrían ser los hobbits); un daikini que tiene que emprender un viaje para llevar algo valiosísimo y completar una gran misión (que podría ser el bebé de Elora o el anillo de poder). Es ver la escena en la que los daikinis viajan a través de las montañas e irremediablemente me viene a la cabeza El Señor de los Anillos, qué le vamos a hacer. En defensa de la cinta de Ron Howard diré que estas inspiraciones tan descaradas no son exclusivas de Willow, sino que Tolkien influyó en todas las obras de fantasía que se crearon tras El Señor de los Anillos. En los libros de fantasía de la época siempre había un viaje, el bien contra el mal y elfos. Que ahora que lo pienso, en Willow no los hay.

Willow: un guion demasiado infantil

Como decía, los problemas de Willow no vienen por sus similitudes con la obra de Tokien, sino por su guion. Y es que ha habido varias cosas que me han chirriado bastante. Por ejemplo, en cuanto empieza le película le roban a Bavmorda el bebé de Elora Danan. Se lo quitan prácticamente de la cara, paseándose como Pedro por su casa, y eso que se supone que la villana de la película es una hechicera inteligente y poderosa. Bavmorda comete un error de principiante con la vigilancia de los bebés. Que luego ella le echa la culpa a su hija, pero como carta de presentación de la mala de la película deja bastante que desear. 

Luego está el cambio de bando que hace Sorsha. Que a ver, se puede entender que no esté demasiado contenta con su madre porque además de ser más mala que la tiña le dice que es una inútil. Pero de ahí al repentino cambio de bando que hace Sorsha... No sé si es demasiado verosímil. Aparece Madmartigan, su enemigo, mientras ella duerme. Le suelta unos piropos: qué guapa eres, qué bella, bla, bla, bla. Ella despierta y lo amenaza con un cuchillo, pero en vez de gritar para que acudan a ayudarla se queda remoloneando. ¿Por qué? Porque había habido miraditas antes y Madmartigan ya la tenía en el bote. Lo cual es suficiente para que la princesa de todo un Reino traicione a los suyos. Pues vale.

Y otro tema que no me termino de creer es la amistad entre Madmartigan y Airk. Cuando el general Kael (el malo de la calavera que mola muchísimo) mata a Airk, Madmartigan monta en cólera y se dirige raudo a vengar a su amigo del alma. Pero ¿de verdad eran tan amigos? ¡Si al principio de la película Madmartigan estaba en una jaula y Airk se ríe de él y no lo libera! Luego cuando se encuentran le dice que en realidad lo hizo para salvarle la vida, pues se dirigía a una batalla en la que fueron derrotados. Pero qué queréis que os diga: si un tío me deja encerrado en una jaula sin agua ni alimentos, no me está salvando la vida. Bueno, pues Airk le suelta y eso y tan amigos. En fin.

Tampoco se trata de buscar fallos en la película, pero son planteamientos que colaron cuando era un niño y sin embargo hoy me han llamado la atención. Porque como decía más arriba,  Willow es una película de fantasía para niños, y como tal es muy disfrutable y entretenida.

Ritmo, acción y una gran banda sonora

De hecho, Willow tiene muchas cosas buenas. Por ejemplo su ritmo. La acción casi no para en toda la película, y su personaje protagonista encarnado por Warwick Davis tiene carisma. Willow demuestra al principio que no es precisamente un mago a la altura de Gandalf. Parece que ha hecho desaparecer un cerdo, pero enseguida el animal aparece tratando de escapar entre gritos desesperados. Todos en el poblado ríen mientras nosotros vemos cuáles son las capacidades del héroe de la película. Estamos ante el típico protagonista que a pesar de no ser gran cosa va a ser capaz de marcar las diferencias. Pero ¿lo será? Solo si, como le aconseja el gurú de la aldea a Willow, es capaz de confiar en sí mismo. Y al final de la película tenemos la respuesta.

Lo mejor de la película es sin duda su banda sonora. Imposible olvidar la melodía épica de James Horner, que sigue sonando en mi cabeza días después de haber visto la película. La cinta de Ron Howard tuvo dos nominaciones al Oscar: en mejores efectos de sonido y mejores efectos visuales. Lo de los efectos visuales a día de hoy quizá sea mejor pasarlo por alto, pues en este sentido la película no ha envejecido demasiado bien. Pero la música sigue siendo una maravilla a la altura de las grandes bandas sonoras de la historia del cine.

En fin, que Willow es una película entretenida y disfrutable pero teniendo en cuenta que es lo que es: fantasía para niños con magia, guerreros, enanos y todos los elementos fantásticos de la época. Mi decepción no ha sido tanto por la película en sí sino por el recuerdo que tenía de ella, pues no la recordaba tan infantil. Así que si buscáis algo adulto mejor que veáis Juego de Tronos. Pero si queréis nostalgia, pasar un rato entretenido y escuchar una buena banda sonora os podéis poner Willow y os vais a divertir. Yo lo he hecho a pesar de los problemillas de guion.

Tres bigotes para Willow.


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