sábado, 15 de enero de 2022

Villanos que me marcaron: El Kurgan (Los Inmortales)

La vida y la ficción tienen varias cosas en común, y una de ellas es que no son justas. Y que no nos cuenten milongas del viaje del héroe y bla, bla, bla. Por favor, seamos serios. ¿Cómo se explica si no que El Kurgan, antagonista de Los Inmortales, no fuera el gran vencedor de la película? ¿De verdad alguien se cree que un tipo como Connor MacLeod (acordaos de que era Christopher Lambert. ¡CHRISTOPHER LAMBERT!) fue capaz de vencerlo? En serio, cada vez que lo pienso me froto con rabia la calva y el bigote. De hecho, ahora mismo me estoy arrancando los pelos del bigote uno a uno, despacio y sin piedad, para sufrir más. El caso es que lo hizo, aquel maldito escocés acabó con El Kurgan, y un villano carismático, poderoso y capaz de ofrecer mejores gags de humor que una cena con Gila y Eugenio pasó a mejor vida. Y de paso, El Kurgan (que se merece que lo ponga con mayúsculas) consiguió un hueco en mi top 5 de mejores malvados de la historia del cine.

El mejor papel de Clancy Brown

Y es que el Kurgan era grande, muy grande. En todos los sentidos. Lo interpretó Clancy Brown, conocido también por ser un cabrón despiadado en películas como Starship Troopers y Cadena Perpetua. Un villano de manual. Y aunque en estas dos obras el actor estadounidense clavaba el papel, estos personajes no tenían el humor del Kurgan, ni sus carcajadas, ni una lengua tan ágil y llena de encanto. Porque el listón estaba muy alto, y Kurgan solo hay uno en la vida. Como él mismo solía decir con voz meliflua, "MacLeod, solo puede quedar uno".

Parece que El Kurgan se llamaba en realidad Victor Kruger, y que lo llamaban así por el nombre de su tribu, los kurgans. Debía de ser más viejo que Matusalén y era originario del mar Caspio, o sea que era algo así como ruso. Un tipo duro. Para colmo, la palabra kurgán significa "túmulo funerario" en ruso, lo que le viene como anillo al dedo a este gran personaje.

El caso es que El Kurgan se ganó un hueco en mi corazoncito desde que apareció en pantalla por primera vez. Connor MacLeod era un tipo joven henchido de felicidad y orgulloso de su clan y su familia. Desfilaba en caballo jaleado por las multitudes, dispuesto a entrar en batalla por primera vez. Estaba enamorado de una mujer que poco después demostró ser más mala que la tiña. Y el Kurgan, no sabemos cómo, se enteró de que había un tal Connor MacLeod que era inmortal. 

El Kurgan, el más fuerte de los inmortales

Así que nuestro carismático personaje resolvió que lo mejor sería decapitar a aquel tipejo antes de que empezase a dar problemas, porque ya se sabe que la mala hierba es mejor arrancarla. Por eso se alió con el clan rival, los Frasier. Y así fue como El Kurgan y Connor MacLeod se "enfrentaron" por primera vez en una batalla. Lo de enfrentarse es un decir, pues El Kurgan apareció y ensartó sin miramientos al protagonista con una espada enorme. Al final no pudo cortar la cabeza a MacLeod, pero el dolor de Christopher Lambert fue tan grande que desde entonces tiene los ojos torcidos. En fin, el actor francés terminó haciendo de Raiden en Mortal Kombat, y ya sabemos cómo acabó aquello. Una pena.

El Kurgan no cejaba en su empeño, y volvió a intentarlo años después. Se conoce que le había cogido manía al escocés y quería decapitarlo antes de que éste hubiera aprendido a pelear, y por eso nuestro entrañable amigo se presentó en casa de MacLeod sin previo aviso. Porque entonces no había Covid y no había que pedir cita previa. El caso es que el Kurgan se llevó una espada grandecita para no dejar cabos sueltos, pero cuando destrozó la puerta de madera como la mala bestia que era, allí solo estaban Ramírez (uno de los mejores bigotes de la historia del cine) y la mujer de Connor MacLeod. Para la posteridad quedó el efusivo saludo del Kurgan: "Ramíiiiireeezzzz...".

A partir de ahí la acción de desató. Y ojito, porque Ramírez no lo hizo nada mal. El español había sido el gran maestro de MacLeod y era un espadachín de los buenos. Nada más empezar el combate estuvo a punto de cortar la cabeza al Kurgan. Y aunque no lo consiguió, sí logró dar un susto al gigantón y dejarle una cicatriz que otorgó todavía más carisma a nuestro villano favorito. Tras este mal inicio, El Kurgan fue capaz de rehacerse, se centró en la tarea y poco a poco demostró que iba sobrado. Fijaos si era poderoso que Ramírez casi le había cortado la cabeza, manaba sangre del cuello del Kurgan, pero él seguía sonriendo, golpeando y avasallando al español. Y como era de esperar, el Kurgan terminó decapitando a Ramírez.

MacLeod mató al Kurgan y todavía no se lo cree

Y claro, uno veía semejante exhibición de poder y se decía que era imposible que un tipo como Christopher Lambert venciera al Kurgan. Y es que aquello fue injusto, mucho, sobre todo porque el Kurgan no solo era más fuerte que MacLeod, sino también más gracioso. ¿Qué me decís si no de la maravillosa escena de la Iglesia? Ahí fue donde El Kurgan sacó todo su repertorio. Entró apagando las velas con una mano enguantada y se acercó a MacLeod hasta sentarse justo detrás de él. Luciendo su arrebatadora sonrisa, movió la lengua con ternura y saludó a las monjas, de quienes dijo que estaban disfrazadas y que no tenían sentido del humor. Razón no le faltaba. Y para rematar, descubrió la mentira que Ramírez le había contado justo antes de morir: "Ya veo, no era su mujer, sino la tuya", le dijo El Kurgan al escocés. Y así, con todos aquellos fuegos artificiales, con las expectativas por las nubes, todo quedó dispuesto para el combate final entre El Kurgan y Connor MacLeod.

Y llegó la decepción. La gran decepción. Es cierto que se mascaba la tragedia, porque la ficción tiene estas cosas. Lo habitual suele ser que gane el bueno de la película y, aunque a mí el Kurgan me caía genial, el prota era MacLeod. Lucharon en una especie de edificio abandonado, donde el escocés, vestido con unos vaqueros y unas deportivas blancas (más rándom no podía ser el tío, menuda falta de respeto), decapitó a nuestro carismático villano. Aquel día el Kurgan sufrió un bajonazo incomprensible en su nivel de esgrima y lo pagó caro, pero a su favor hay que decir que lució su mejor sonrisa hasta el último momento. Sonreía incluso cuando le acababan de cortar la cabeza. Elegante hasta el final.

Por eso era tan grande el Kurgan. Porque era enorme, poderoso, inmortal y despiadado. Pero sobre todo, porque cuando aparecía se comía la pantalla de tal manera que uno no podía sino sonreír. Sin duda alguna, uno de los mejores malvados de la historia del cine.

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