lunes, 13 de febrero de 2023

Escupiré sobre tu tumba: violación y venganza

Uno de los problemas de Prime Video es que cuesta encontrar películas que merezca la pena ver. Hay que bucear un buen rato en su contenido para dar con algo que a uno le satisfaga. En su día pensaba que esto se debía a que, directamente, no había productos interesantes en esta plataforma de streaming. O sea, que el contenido en cuanto a largometrajes era una m*****. Pero estaba equivocado. Películas hay, de sobra, pero hay que encontrarlas. De hecho, por aquí ya reseñé hace poco Sound of Metal (reseña aquí) y Bolsa de cadáveres (reseña aquí), dos cintas que disfruté mucho y que podéis ver con vuestra suscripción de Prime Video.

El caso es que hoy vengo a hablar de "Escupiré sobre tu tumba" (2010), otra película que está en Prime Video y que merece la pena. Es dura, cruda, sangrienta, enferma y atroz. Se me agotan los adjetivos, pero supongo que basta con decir que hay que tener un buen estómago para verla. En serio, no es para todo el mundo. Y aun así me ha gustado mucho, lo que no sé en qué lugar me deja exactamente. ¿Estaré enfermo? Pues no lo sé, pero la película de Steven R. Monroe engancha, absorbe y te adentra de lleno en la historia de venganza de Jenniffer Hills. Como digo, es muy dura, pero si ya estáis habituados a este tipo de cine escabroso, truculento y gore, deberíais verla sin dudarlo.

La venganza de Jenniffer Hills

El film nos cuenta la historia de Jennifer Hills (Sarah Butler), una chica de ciudad que alquila una aislada cabaña en la montaña para escribir su última novela. Una terrorífica tarde, un grupo de hombres del lugar viola a Jennifer en la cabaña y la dejan prácticamente muerta. Pero la chica sobrevive, y consumida por la venganza, les devolverá sus actos atroces de una manera que nunca llegarán a imaginar.

"Soy una chica muy creativa".
Como podéis ver en la sinopsis, el argumento de "Escupiré sobre tu tumba" no es el más original del mundo. Una chica es violada y se venga. ¿Y ya está? Pues sí... Pero en realidad no. Porque aquí, aunque la sinopsis nos destripe la película de cabo a rabo, lo que importa es la sensación que nos transmite la cinta. Y ver la historia de Jenniffer Hills, con la violación que sufre y con su posterior venganza, me ha hecho sentir incómodo, mucho. Incluso he tenido que apartar la mirada en alguna ocasión.

La película de Steven R. Monroe tiene muchas cosas buenas. Una de ellas es que se toma su tiempo, unos largos cincuenta minutos, para que odiemos a los paletos malnacidos que violan a Jenniffer. Esos personajes, tanto los jóvenes como el sheriff, son lo más despreciable que puede existir, y la película lo transmite a las mil maravillas.  Los jóvenes desprenden energía oscura desde ese primer instante en la gasolinera, y enseguida vemos que no se harán acreedores al Nobel de la Paz. Está claro que no son trigo limpio y que a la pobre Jenniffer le van a amargar la existencia. Por supuesto, nuestras sospechas se confirman, y los chicos, a los que se une el sheriff del pueblo (los bigotudos siempre son los peores) violan a Jenniffer en una larga escena que el espectador desea que termine cuanto antes.

No sé exactamente cuánto dura la escena de la violación, pero os confieso que se se me hizo larga, muy larga. Y es que uno desea que el sufrimiento de la pobre chica termine cuanto antes. ¿Cuándo la dejarán en paz?, nos preguntamos. Sin embargo, las cosas se ponen cada vez peor, y al final Jenniffer parece haber muerto (aunque ya sabemos que sigue vivita y coleando gracias a la maravillosa sinopsis). Y por fin la escena termina y podemos respirar. Seguro que más de uno, llegado a este punto, creyó que lo peor y más desagradable de la cinta ya había pasado. Pero nada más lejos de la realidad, porque lo bueno (o lo más terrorífico, según se mire), está por llegar.

Una película para estómagos sólidos

Quien ríe último ríe mejor.
Suele decirse que la venganza es un plato que se sirve frío. Pues bien, en el caso de Jenniffer Hills la venganza es lo más brutal que os podáis imaginar. Porque, ¿qué es lo más bestia y sádico que un ser humano le puede hacer a otro? Pensad, pensad... Seguro que tenéis vuestras ideas, y estoy convencido de que más de una me sorprendería. Sin embargo, creedme cuando os digo que las de nuestra protagonista son peores. O mejores, todo depende del punto de vista. Y es que Jenniffer, como buena escritora, es una chica muy creativa.

La mejor parte de la película llega cuando los infames violadores comienzan a sentir ese agobio, esa angustia que les indica que las cosas no han salido como les gustaría. El sheriff no quiere dejar cabos sueltos y ordena a los chicos peinar toda la zona hasta encontrar el cadáver. Mientras tanto, Jenniffer los asusta y los desconcierta: les deja un pájaro muerto en casa, les envía una copia de la cinta en la que se ve cómo la violaron... Son varios sustitos con los que disfrutamos de lo lindo, pues apreciamos que las tornas están cambiando. ¿O es que estos tíos de verdad pensaban que se iban a ir de rositas? Já.

Y entonces Jenniffer pasa a la acción, y lo hace siguiendo un curioso orden de jerarquía y sadismo. La joven empieza a cobrarse su venganza con Matthew, un chico retrasado que sin duda es el que menos poder decisión tenía en la banda de violadores. No diré que la muerte que Jenniffer elige para él es suave, porque no lo es. Pero comparada con las que están por venir es un juego de niños. Eso seguro.

Creatividad al poder

Con lo caro que está el dentista...
El festival comienza con el resto de ejecuciones y, como decía, Jenniffer Hills demuestra ser una chica muy creativa a la hora de matar. Insisto en que la joven se ensaña y en que, si queréis ver la película entera, tenéis que estar preparados. Fue durante estas escenas cuando tuve que cerrar los ojos alguna vez. ¿No es demasiado? Me pregunté. Pero no, no lo es, porque la cinta de Steven R. Monroe se toma sus cincuenta minutos iniciales para que odiemos a esa gente que al final sufre.

La única pega que le pongo a "Escupiré sobre tu tumba" es que tiene un final que no resulta verosímil. Que una chica que acaba de ser violada se recupere de esa forma y planee y consiga llevar a cabo sus asesinatos de una manera tan perfecta y milimétrica no es creíble. Pero, ¿qué más da? Esto es terror, esto es gore, y la excusa para cargarse a toda esa gente es perfecta. Solo resta disfrutar (o sufrir) con el espectáculo.

Lo que está claro es que "Escupiré sobre tu tumba" me ha enganchado de principio a fin, y eso no lo consiguen todas las películas. Ni mucho menos.

Cuatro bigotes para "Escupiré sobre tu tumba".


viernes, 10 de febrero de 2023

Vinland saga 2 (capítulos 3 a 5)

Sé que los lunes son el peor día de la semana para mucha gente. Sin embargo, para mí se han convertido en uno de los mejores. En serio. Es verdad que la mañana de un lunes es menos apetecible que un plato de caracoles (podéis poneros como queráis, no los voy a probar), pero todas las semanas, a eso de las 17:30, Crunchyroll nos ofrece un nuevo capítulo de la segunda temporada de Vinland Saga. Y entonces el tono del día cambia. Mi rostro amargado se torna en una sonrisa feliz enmarcada por mi legendario bigote, y mis ojos brillan rebosantes de ilusión. El caso es que llevo tres semanas acudiendo puntual a mi cita con Vinland Saga y por ahora no hay un solo capítulo que me haya decepcionado. Me está gustando mucho.

En la entrada sobre los dos primeros episodios os decía que la segunda temporada empezaba centrándose en Einar, un nuevo personaje. Al pobre se las hacían pasar canutas. Mataban a su familia y terminaba trabajando como esclavo para un terrateniente cortando árboles y trabajando la tierra. Al menos tuvo la suerte de sobrevivir, eso sí. En su nueva vida como esclavo, Einar conocía a Thorfinn, nuestro vengativo y carismático protagonista. Y así comenzaba una nueva aventura. O, al menos, una nueva situación.

Estos tres últimos episodios de Vinland Saga tienen dos partes bien diferenciadas. La primera la forman los capítulos 3 y 4, que se centran sobre todo en los personajes de Einar y Thorfinn. Ya he dicho más de una vez que uno de los mejores aspectos de Vinland Saga es que da tiempo para desarrollar a sus personajes, para que conozcamos sus anhelos, sus miedos y su estado de ánimo. Eso es justo lo que nos ofrece Vinland Saga durante estos dos capítulos.

La depresión de Thorfinn

A este paso vamos a acabar... a hostia limpia.
Einar y Thorfinn tienen un objetivo tan sencillo como pacífico: quieren cortar troncos el tiempo que haga falta hasta que puedan comprar su libertad. Sin embargo, las cosas suelen complicarse cuando la mala gente abunda, y en Vinland Saga hay gentuza por doquier. Unos invitados del señorito deciden que el hijo de éste tiene que asesinar a alguno de los esclavos para perder el miedo a matar. Y el afortunado al que van a asesinar es Einar, pero Thorfinn pide que lo maten a él. Porque al fin y al cabo, a nuestro protagonista la vida le importa un carajo.

Y de esto es exactamente de lo que van los episodios 3 y 4: de la depresión de Thorfinn. Y es que el hijo de Thors se dedicó durante toda la primera temporada a odiar a Askeladd y a planificar su venganza. Pero ese objetivo terminó deshaciéndose como azucarillo y Thorfinn siente ahora un vacío enorme. Y para muestra, cito textualmente una de las reflexiones de nuestro protagonista, un tipo optimista donde los haya: "¿Ganamos algo estando vivos? Porque yo no. No me ha pasado nada bueno en toda mi vida". Thorfinn es un chorro de energía y motivación. Bravo.

El quinto episodio cambia totalmente de tercio. De hecho, Einar y Thorfinn ni si quiera aparecen. En este episodio veremos a algunos viejos conocidos, como Canuto y Thorkell, y asistiremos al asenso del primero al trono de Inglaterra en el año 1018. Eso sí, si todavía recordáis a Canuto como un muchacho débil y retraído podéis iros olvidando, pues el nuevo Rey danés es un personaje muy diferente: Canuto es ahora implacable, poderoso y decidido. Tiene pinta de ser un líder que no se detendrá ante nada. Veremos.

¿Cómo encajará Thorfinn en este nueva situación? ¿Conseguirá que su vida tenga otra vez un objetivo? ¿Volverá a luchar contra Thorkell como hizo en la primera temporada? Mi bigote no puede esperar.

miércoles, 8 de febrero de 2023

Roma soy yo (Santiago Posteguillo)

Aunque mi devoción por los libros de Santiago Posteguillo no es la que era, sus novelas siempre tendrán un hueco en mis estanterías (de hecho ahí están, y cuentan con el súper poder de atraer el polvo como ningún libro. Gracias, Santiago). En cualquier caso,  reconozco que cuando me detengo en los pasillos de novela histórica de las librerías todavía hoy me acaricio el bigote un buen rato, con parsimonia y sin parar de asentir, frente a esos libros que parecen titularse Santiago Posteguillo. Lo digo porque las letras del nombre del autor suelen ser gigantes. SANTIAGO POSTEGUILLO. Así lo pone, para ciegos, por si alguien no tiene claro qué es lo realmente importante. ¿Y el título de la novela? Bueno, si uno se fija también lo pone. Pero, ¿a quién le importa?

Fue hace unos quince años cuando el autor de Valencia nos deleitó a todos con su primera trilogía, aquella que narraba la vida de Escipión el Africano, el gran vencedor sobre Aníbal en Zama (no me lo confundáis con el del equipo A, que también era buen chaval pero ese era otro). Recuerdo leer sin pestañear páginas y páginas de épicas batallas, escaramuzas, traiciones, emboscadas e intensas discusiones en el senado de Roma. Fue para mí un viaje al pasado que me aficionó para siempre a la historia de la Antigua Roma. 

Posteguillo era bueno, muy bueno, y tuvo tanto éxito que fichó por la editorial Planeta (y ganó dinero). Escogió con acierto otra figura histórica, Trajano, y escribió una trilogía sobre el emperador hispano. El autor volvió a tener éxito y era cada vez más famoso. Y sus libros se vendían sin parar (y ganaba más dinero, sin parar también). Quizá por eso, y porque lo hacía muy bien, Posteguillo ganó en 2018 el Premio Planeta con la novela "Yo, Julia", obra que nos acercaba a la figura de Julia Domna, emperatriz de Roma. Santiago Posteguillo había pasado de ser un autor casi desconocido a ganar el Premio Planeta en apenas diez años (y a tener mucho más dinero, merecidamente también).

De modo que, terminada su bilogía sobre Julia Domna, el escritor valenciano se decidió por fin a acometer su proyecto más ambicioso, aquel que sus fans más acérrimos le habían reclamado durante tanto tiempo. ¿Para cuándo algo sobre Julio César?, le decían a menudo. Pues bien, ese momento ya ha llegado. "Roma soy yo" es la primera entrega de una nueva saga de, como mínimo, cinco novelas sobre Julio César. Y a pesar de todo lo que se ha escrito ya sobre el famoso dictador de Roma, el autor de Valencia tiene claro que él sí tiene cosas que decir sobre César. Y mi bigote y yo nos alegramos.

¿Y qué tal está la primera novela de la saga? Pues muy entretenida, como todos los libros de este autor.

Juicios en la Antigua Roma


Roma, año 77 a.C. El cruel senador Dolabela va a ser juzgado por corrupción, pero ha contratado a los mejores abogados, ha comprado al jurado y, además, es conocido por usar la violencia contra todos los que se enfrentan a él. Nadie se atreve a ser el fiscal, hasta que de pronto, contra todo pronóstico, un joven patricio de tan solo veintitrés años acepta llevar la acusación, defender al pueblo de Roma y desafiar el poder de las élites. El nombre del desconocido abogado es Cayo Julio César.

Santiago Posteguillo.
Como se lee en la sinopsis, el tema principal de "Roma soy yo" es el juicio contra el senador Dolabela. Julio César tuvo la ambición y los arrestos necesarios para llevar la acusación contra uno de los tipos más poderosos de una Roma polarizada en dos bandos: los optimates y los populares. Los primeros eran los senadores más conservadores, quienes querían mantener el poder, el dinero y los privilegios en manos de unas pocas familias. Los segundos, los llamados populares, abogaban por una apertura y una diversificación de tierras y riqueza. Como se sabe, Julio César destacó en el bando de los populares, y la novela nos viene a contar cómo se dio a conocer ante el pueblo de Roma: con ese gran juicio contra Dolabela.

En lo histórico, la novela está bien porque nos permite comprender la Roma de aquellos años. Conoceremos a Cayo Mario y sus mulas (no veáis las mulas cómo pinchaban con el gladio, qué mala leche tenían), asistiremos a la batalla de Aquae Sextiae, veremos al dictador Sila haciendo de las suyas, medrando y sobornando sin parar (menuda pieza, este Sila). Y muchas cosas más. Pero sobre todo, "Roma soy yo" insiste en una ciudad en constante crecimiento y polarizada en esos dos bandos, los optimates y los populares, lo que resulta crucial para entender la figura de Julio César. 

Varias líneas temporales


Por tanto, la primera novela de esta nueva saga es una especie de introducción, pero no por ello deja de ser entretenida. Todo lo contrario. Santiago Posteguillo es, ante todo, un gran contador de historias, y en "Roma soy yo" vuelve a lograr mantenernos enganchados a la lectura. Lo consigue con capítulos llenos de conflicto, suspense y alguna que otra sorpresa. Y como siempre, con un lenguaje preciso, limpio y directo, lo que nos permite pasar páginas y páginas sin pestañear.

El otro punto fuerte de la novela es su estructura. Como decía arriba, el tema central del libro es ese juicio contra Dolabela, pero Posteguillo también toca otros temas que tuvieron lugar años antes de ese juicio. La novela tiene continuos flashbacks que, lejos de alejarnos de la narración, consiguen engancharnos todavía más a la trama. En "Roma soy yo" encontramos flashbacks, sí, e incluso flashbacks dentro de los propios flashbacks, algo así como lo que hacía Nolan en su película Origen (porque si fuera como en Tenet ya sería otro cantar, ejem) pero en versión Antigua Roma. Y Posteguillo lo hace bien, de manera natural, pues nada chirría en este sentido y todo parece fluir. Doy por hecho que el autor de Valencia ha introducido esos saltos en el tiempo tras una larga y exhaustiva planificación. Y se agradece, porque la novela se lee de tirón a pesar de tanto flashback.

¿Personajes que adivinan el futuro?


El gran Julito César.
Solo tengo dos pegas con "Roma soy yo". La primera, y es algo que viene siendo habitual en las novelas de Posteguillo: los buenos son muy buenos y los malos exageradamente malvados. Por ejemplo, Julio César es valiente, comprensivo, inteligente, responsable y enamorado de su mujer. Y aunque es verdad que se equivoca un par de veces, enseguida dialoga y admite sus errores. ¿Sería así el auténtico dictador de Roma? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero cuesta imaginarlo. En cualquier caso, otorgaré a Posteguillo el beneficio de la duda, pues también creó a Escipión como un joven valiente e idealista en Africanus y en las posteriores entregas el personaje se tornó más interesante gracias a su evolución. Veremos qué pasa con César.

Mi otra pega con "Roma soy yo" son esos guiños que Santiago Posteguillo hace a los lectores que ya conocen la historia de Julio César. Me refiero a comentarios parecidos a "un día ser tan magnánimo te costará caro" (hecho por la madre de César refiriéndose a que perdonó a sus rivales de la guerra civil y posteriormente fue asesinado por éstos), o "tú eres como yo, y aunque ahora no lo veas, terminarás siendo como yo" (dicho por Sila, refiriéndose a que César también terminará siendo dictador algún día). Las frases no son literales, pero vienen a ser algo así. Y me chirría porque encontramos ese tipo de comentarios demasiado a menudo. Tanto, que da la impresión de que los personajes de la novela tienen la capacidad de adivinar el futuro. Y claro, esto termina siendo inverosímil.

Con todo, "Roma soy yo" es una novela cuya lectura se disfruta. Es entretenida, tiene acción y el juicio contra Dolabela resulta interesante. Y a pesar de tener continuos saltos en el tiempo, uno nunca se pierde. Los puntos fuertes del libro son su estructura y la capacidad de enganchar de Posteguillo, con ese lenguaje preciso y directo que lo caracteriza. Lo malo es que los personajes no son demasiado redondos y que ese exceso de guiños puestos en boca de personajes de la época de César terminan siendo poco creíbles.

Tres bigotes y medio para "Roma soy yo".


lunes, 6 de febrero de 2023

Bolsa de cadáveres (1993)

¿Cómo se me pudo pasar esta película? ¿Por qué no había visto aún Bolsa de Cadáveres? Recuerdo mi infancia llena de películas y animes terroríficos, sangrientos, fantásticos, con sus monstruitos y sus asesinos, con su casquería y sus chorros de sangre. Recuerdo cintas como Pesadilla en Elm Street, Creepshow (¡Quiero mi tarta, Bedelia!) o Critters. Y de animes como El Puño de la Estrella del Norte, Caballeros del Zodíaco o Dragon Ball. Entre otros. Sangre, vísceras, muerte. ¿Acaso había algo más divertido?

¿Y por qué demonios, entonces, no había visto todavía Bolsa de Cadáveres? ¿Por qué? Pues no lo sé, pero si no la habéis visto. deberíais.

Bolsa de Cadáveres (1993) es una película dirigida por John Carpenter y Tobe Hooper dividida en tres historias diferentes: la primera la protagoniza una joven que empieza a trabajar por la noche en una gasolinera y se acaba de enterar de que un asesino anda suelto por la zona; en la segunda un hombre se está quedando calvo y desea recuperar su pelo cueste lo que cueste; y en la tercera un jugador de béisbol al que le trasplantan un ojo tras sufrir un accidente de coche comienza a tener extrañas y sangrientas visiones.

Como veis, Bolsa de Cadáveres es una especie de Creepshow, aquella maravilla escrita por Stephen King y dirigida por George A. Romero en 1982. Claro que la cinta que nos ocupa tampoco va justa de talento: la dirigen John Carpenter (La Cosa, palabras mayores) y Tobe Hooper (La Matanza de Texas). Casi nada. Pero el reparto también es bueno: tenemos a un simpático Carpenter interpretando a un dicharachero muerto viviente y a Wes Craven y Tobe Hooper en otros menesteres de la actuación, y veremos también en acción a actores como Stacy Keach (el capo nazi de American History X) y Mark Hamill (el Rompepollas).

John Carpenter en la morgue

La mejor actuación de Mark Hamill.

Lo que más me ha gustado de la película es su tono jocoso, esa mezcla de terror-gore-humor que tan buen resultado dio con productos como Historias de la Cripta o Creepshow. Aunque aquí no aparece el famoso esqueleto que introducía aquellas macabras historias, sí contamos con la presentación de otro muerto viviente muy peculiar: nada más y nada menos que John Carpenter, quien se dedica a relatarnos las últimas horas de los muertos que lo acompañan en la morgue. Todo ello con un impagable humor negro que da un encanto especial a la película.

La primera historia es la de la chica que empieza a trabajar en una gasolinera. Este capítulo nos atrapa desde el principio, pues la primera información que tenemos es que un sádico asesino anda suelto. Para desgracia de nuestra protagonista, ella va a tener que pasar la noche en un lugar desconocido (la gasolinera, claro) al que se irán acercando clientes de todos los tipos y modelos, lo que nos pondrá alerta todo el tiempo.

La gracia está precisamente en eso, en la descarada atención que el relato pone en cada una de las personas que hace una parada para repostar: ¿Tiene pinta de asesino? Nos preguntamos inmediatamente acariciándonos el bigote (bueno, eso lo hago yo) analizando al tipo en cuestión y descubriendo (por sus gestos muy disimulados, ejem) si a la chica le gusta lo que ve o no.

Y así avanza la historia de manera muy entretenida y divertida, con algún que otro susto, el típico despiste de la protagonista que solemos encontrarnos en las cintas de terror ("¡ay, se me han olvidado las llaves dentro!" y esas cosas, ya sabéis) y la actuación "estelar" de Wes Craven. Por supuesto, al final hay sangre a chorros, así que poco más se puede pedir. 

La obsesión de recuperar el pelo

Pelazo.
La segunda historia es la que contiene más dosis de humor, lo he pasado en grande viéndola. Un hombre que se está quedando calvo se obsesiona con recuperar su cabello como sea. El protagonista (Stacy Keach) prueba de todo: peluquín, productos capilares, peluquería... Incluso llega a pintarse la cabeza de negro, lo que le cuesta una discusión de pareja. Pero él, incapaz de asumir la realidad, sigue erre que erre a lo suyo. Por eso un día, tras ver un anuncio de televisión que parece dar solución su problema, se somete a una operación. ¿Funcionará? Nos lo preguntamos casi tapándonos los ojos para no ver la escabechina que le han hecho.

Pero sí, funciona. Y vaya si lo hace.

Al día siguiente, cuando el hombre se retira el vendaje de la cabeza, gasta una melena que ni Bruce Dickinson en sus mejores tiempos con Iron Maiden. Y todo son carcajadas y felicidad. Su vida mejora, recupera su confianza, su pareja vuelve con él y todos en la peluquería admiran su cabello. Pero claro, esto es una historia de terror y es John Carpenter, así que, como os podréis imaginar, las cosas no terminan así. Para saber cómo acaba tendréis que ver el episodio hasta el final.

El ojo negro

Luke Skywalker versión Carpenter.
La tercera historia es la menos gamberra de las tres, pero no por eso deja de ser divertida. De hecho, nos plantea un argumento que tiene su cachondeo. Un jugador de béisbol (Mark Hamill) pierde su ojo derecho en un accidente de coche y un médico le propone trasplantárselo. ¿Se os ocurre mejor solución para recuperar la vista? Claro que no. El caso es que la operación es un éxito, y el hombre abre su ojo derecho y distingue perfectamente a su mujer gracias a ese nuevo ojo que pertenecía a una persona muerta.

El asunto es bastante truculento, pero a Mark Hamill y su mujer lo que les preocupa es el apartado estético. ¿Qué más da que ese ojo fuera de una persona que ya murió? Lo preocupante es que el jugador de béisbol tenía los ojos azules, y ahora esa nueva parte de su cuerpo es de color negro, pero más negro que el cuarto más profundo y oscuro del infierno. Me imagino a Carpenter y Tobe Hooper conversando: "Vamos a enfocarlo bien todo el tiempo para que el espectador medio de los años noventa se dé cuenta. Es negro, negro, negro. ¡Es negro!" Bueno pues, como decía, el nuevo ojo es de color negro y el otro de color azul. ¿Solución? Se pone una lentilla también de color azul y asunto arreglado.

Por supuesto, las cosas no se quedan así, y donde había fiesta y jolgorio empieza a haber problemas. Faltaría más. Los dolores de cabeza no tardan en llegar, y unas extrañas y sangrientas visiones comienzan a desorientar al protagonista. ¿Qué demonios está pasando? ¿Tendrá algo que ver con eso ese ojo más negro que un pozo de petróleo? Y así, con un final previsible pero no por ello menos divertido, llegamos a la conclusión de la película casi sin darnos cuenta y volvemos a ver a Carpenter haciendo de las suyas en la morgue.

Está claro que John Carpenter y Tobe Hooper no merecen el Oscar por Bolsa de Cadáveres, pero se trata de una película disfrutable y llena de encanto. Tiene sangre, gore, fantasía y un tono gamberro que convierte la cinta en un producto muy divertido. Si no la habéis visto podéis hacerlo en Prime Video. Una joyita.

Cuatro bigotes para Bolsa de Cadáveres.