martes, 1 de marzo de 2022

La Cumbre de los Dioses: una joya de Netflix que tienes que ver

Ya lo dije cuando hablé sobre Hajime no Ippo: los japoneses son capaces de engancharnos tocando cualquier tema. Boxeo, volley ball, cocina, baile... Da lo mismo. En este caso el asunto va de alpinismo. Y aunque es verdad que La Cumbre de los Dioses es una película de animación francesa, está basada en el manga de Jiro Taniguchi que a su vez se basa en la novela de Baku Yumemakura. La cinta está dirigida y coescrita por el galo Patrick Imbert y no sé cuál es la razón de no haber oído hablar de ella hasta ahora. Porque es una maravilla que me ha dejado muy satisfecho. Pocas películas de Netflix han conseguido meterme tanto en la historia.

En La Cumbre de los Dioses seguimos los pasos de Fukamachi, un intrépido fotoperiodista aficionado al alpinismo. Un día Fukamachi ve a Habu Joji, un reputado escalador, amenazando en un callejón a otro hombre para recuperar una cámara de fotos que le pertenece. Su agresividad se debe a que esa cámara pudo ser de George Mallory, un montañero perdido en su escalada al Everest en 1924. Fukamachi se obsesiona con ella y con Habu Joji porque las fotos, en caso de haberlas, podrían demostrar que el escalador inglés fue el primero de la historia en coronar la montaña más alta de la tierra.

Habu Joji: un escalador arrogante y solitario

 
Lo bueno de la película llega cuando Fukamachi comienza a investigar a Habu Joji. El fotoperiodista se obsesiona y terminamos conociendo todos los detalles de la trayectoria del famoso escalador. Veremos entonces los logros de Habu Joji, sus rivalidades, sus dificultades. Y constataremos que, aunque es un gran alpinista, también es un tipo arrogante y solitario. En una cena con otros escaladores surge la pregunta: ¿Cortarías la cuerda de tu compañero si él va a caer mientras estáis escalando y tú vas por delante? La respuesta de Habu Joji es tajante. "Yo cortaría la cuerda", dice sin miramientos. Y cuando todos lo miran perplejos ante la dureza de sus palabras, añade: "Y si soy yo el de abajo, no lo dudéis y cortad la cuerda". Y es que ése es uno de los elementos que hace de La cumbre de los Dioses una película tan interesante: la personalidad de Habu Joji y su evolución.
 
Otro tema que nos tiene enganchados es el misterio de la cámara. Fukamachi la desea con todas sus fuerzas y parece capaz de cualquier locura con tal de averiguar si Mallory llegó a coronar el Everest o no. La Cumbre de los Dioses mantiene bien la intriga sobre este tema hasta el final.

La película de Patrick Imbert tiene momentos sobrecogedores genialmente narrados. Lo pasé mal con una de las escenas de la película en la que, como me temía, termina sucediendo una tragedia. Hay varias escenas que nos hacen contener la respiración, pues todo parece tan real que se nos ponen los pelos de punta.

En general, los planos que utiliza el director francés transmiten el riesgo al que están expuestos los escaladores, que por supuesto son enormes. En La Cumbre de los Dioses percibimos el peligro con toda su crudeza. Cualquier error puede ser fatal y somos conscientes de ello cada vez que los personajes están escalando. Vemos su miedo, su sufrimiento, su dolor, su frío. Todo esto está en sus gestos y en sus rostros, y los vemos sufrir tanto que no terminamos de comprender cómo pueden ser los escaladores capaces de llegar a semejantes extremos. ¿Será locura? La respuesta la tenemos al final.

Siempre una montaña más alta


El tema de la película es precisamente ése. ¿Por qué hacen los alpinistas lo que hacen? ¿Por qué suben hasta alturas en las que no hay oxígeno? ¿Por qué corren el riesgo de morir congelados o aplastados por una avalancha? Y sobre todo: ¿Por qué nunca se conforman con lo conseguido y siempre necesitan escalar una montaña más alta? La conclusión que saqué viendo la película es que seguramente esto no es solo achacable a los alpinistas, sino también a la actitud de mucha gente ante la vida.

La película de Imbert ha sido capaz de transmitirme emociones como angustia y pena, y esto ha sido en buena parte gracias a su música. Tiene un tono nostálgico y es muy agradable. La verdad es que a mí me ponen una buena banda sonora y me ganan. Me pasa siempre: con Conan el Bárbaro, con Tiburón, con El Último Mohicano. Que sí, son buenas películas con guion, actores y demás, pero si les quitamos su banda sonora no serían lo mismo. Ni mucho menos. Bueno, pues con la banda sonora de La Cumbre de los Dioses pasa lo mismo. Da gusto escucharla.

Así que ya sabéis, La Cumbre de los Dioses es una película de animación en 2D que merece mucho la pena. Está en Netflix y seguro que no le darán tanto bombo y platillo como a otras obras. Pero es muy buena. La recomiendo.

Y por todo lo que me ha transmitido, le doy cinco bigotazos.




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