Lo primero que hay que aclarar es que The Exorcist es independiente de la película. Si uno no ha visto el clásico de 1973 podrá disfrutar de la serie, aunque está claro que es mejor haberla visto para captar varios guiños. Algunas expresiones y movimientos de las personas poseídas nos recuerdan mucho a la película de Friedkin, pero The Exorcist es capaz de brillar con luz propia. Es verdad que no es perfecta, y mi interés decayó según se iban acercando los últimos capítulos, pero los dos últimos episodios terminan levantando el vuelo y el final me dejó buen sabor de boca.
Supongo que lo que pasa es que no se puede mantener ese nivel de terror y tensión iniciales a lo largo de diez capítulos. Una cosa es una película como El Exorcista en la que la tensión va in crescendo, y otra diferente una serie de diez capítulos. Al principio la serie da muy mal rollo y tiene escenas realmente impactantes. Por eso me enganchó y continué viéndola. Pero claro, cuando la excepción se termina convirtiendo en norma y terminamos viendo demonios y personas poseídas por todas partes, el terror se convierte en rutina. Y entonces deja de dar miedo.
Dos protagonistas muy diferentes
Esa es la parte mala que le he visto a la serie The Exorcist. La parte buena son bastantes cosas, y empiezo por los personajes. Los protagonistas son dos tipos muy diferentes, y ninguno de ellos es precisamente perfecto. Tomás es un cura que ni siquiera parece un sacerdote: no parece demasiado convencido, y tiene una peculiar relación con una mujer casada. Marcus es un exorcista agresivo e incluso violento debido a un pasado traumático y a haber visto demonios desde muy pequeño. Tenemos, pues, a dos antihéroes que captan nuestra atención desde el principio.
La trama también está bien. Nos habla de una familia con muy mala suerte a la que le comienzan a suceder desgracias. Henry Rance, el padre de familia, tuvo un accidente que lo dejó paralítico por un tiempo y ahora está recuperándose. Katherine Rance, su hija, tuvo un accidente de coche en el que murió su amiga. Y para colmo ahora Casey Rance, la hermana de Kat, parece estar poseída. Tomás y Marcus se enteran porque Angela Rance, la madre de familia, les pide ayuda. Ella sabe que lo de su hija no son problemas psicológicos sino que más bien son de otra... índole. ¿Y cómo lo ha notado la señora Rance? De esto nos iremos enterando según avance la serie.A lo largo de los diez episodios veremos que se tratan varios temas, pero si tuviera que destacar uno sobre el resto, diría que esta serie va sobre el perdón. Puede ser perdonarse a uno mismo, como hace el padre Tomás, o perdonar al prójimo (o a los ángeles caídos) como hace Marcus. Con culpa y castigo no vamos a ninguna parte, pero con perdón y esperanza sí. La serie también hace una clara distinción entre Dios y e Iglesia, recordándonos esto continuamente a través de Marcus: él solo sirve a Dios aunque ni si quiera forme parte de la Iglesia.
El plan de los ángeles caídos
Como decía antes, perdí algo de interés en The Exorcist a medida que ésta avanzaba. Los demonios cada vez eran más habituales y la serie daba menos miedo. Sin embargo, no perdí del todo ese interés, ya que ese terror inicial se va sustituyendo por curiosidad. Si la película de 1973 se centraba en una sola posesión, aquí vamos viendo que estamos ante algo de mayor magnitud. Lo que uno quiere al final es saber más sobre esos ángeles caídos, por qué se enemistaron con Dios, cuál es su plan, quién es un demonio y quién no. Digamos que el terror se termina convirtiendo en fantasía / suspense. La estética, eso sí, sigue siendo tan atractiva como al principio.
Resumiendo, The Exorcist es una serie disfrutable. No es perfecta, pero si os gusta el terror y la fantasía pasaréis un buen rato. Tiene personajes interesantes con problemas propios y además, aunque la trama se complica. los dos últimos capítulos cierran bien esta primera temporada.
Cuatro bigotes para la primera temporada de The Exorcist.
No hay comentarios:
Publicar un comentario